tag:blogger.com,1999:blog-87421424104324401392024-02-02T05:24:31.501-08:00La lista(Más allá de la vida)La Listahttp://www.blogger.com/profile/08110107973696022966noreply@blogger.comBlogger9125tag:blogger.com,1999:blog-8742142410432440139.post-83964752239883886452010-03-26T13:06:00.003-07:002010-03-28T07:52:45.164-07:00VinculaUna vez se sentaron en su mesa, todas las miradas estaban puestas en ellas pero las jóvenes ignoraron este hecho y se dispusieron a ordenar su cena.<br />Daniella estudió minuciosamente la carta, cada nombre de cada plato.<br />-No entiendo nada.- rió jocosa, aun contagiada por la emoción de la locura que había hecho hacía minutos.- ¿A quién se le ocurren estos nombres tan raros? Apenas acierto a adivinar qué es exactamente lo que lleva.- movía de un lado a otro la cabeza, encogiéndose de hombros.<br />-Ya, te entiendo. A mí el camarero me tuvo que traducir toda la carta la primera vez que vine, y aun así siempre te llevas una sorpresa.- le contestó Virginia con una sonrisa en los labios.- ¡Ésta cocina moderna!- y suspiró.- Te ponen unos mini platos que tienen de todo pero de nada en particular…No sé, dime si te apetece más pescado, carne, algo simple o innovador…- comenzó a decirle velozmente, como acostumbraba a hacer.<br />-Para, para.- y cerró su carta.- Elige tú por mí. Total, no creo que vuelva a este lugar nunca más.- por un segundo el rostro de Virginia se tensó y fugazmente la tristeza de la realidad de su amiga se reflejó en sus ojos, pero se recuperó y le sonrió.<br />-Sí, eso no hace falta que lo jures. Después del espectáculo de hace un rato no creo que te dejen volver.- Daniella estalló en una carcajada y Virginia la imitó.<br />-Calla, no me lo recuerdes.- y le dio un suave punta pie por debajo de la mesa.<br />-Bueno, veamos, esto exige máxima concentración.- y Virginia se dispuso a decidir qué cenarían esa noche.<br />-Pero no pidas lo más barato, que te veo venir, racana.- en ese momento Daniella sintió, por primera vez desde hacía días, que nada había cambiado, que aquella noticia devastadora sobre su salud sólo había sido un sueño, que no estaba desahuciada.<br /><br />Según iban llegando los platos a la mesa, ambas se sorprendían con la elección de Virginia. Los platos tenían una original y exquisita presentación y el resultado de tal elaboración provocaba en sus paladares una explosión de sabores nuevos.<br />A pesar de la apariencia, aquellas recetas de la cocina vanguardista de aquel restaurante saciaban, y Daniella se alegró por haber accedido a ir a aquel restaurante con Virginia.<br />Ojala sus padres pudieran estar allí con ella, ellos jamás habían ido a un restaurante como aquel, tan elegante y tan exclusivo. El restaurante más caro en el que habían comido era el restaurante del pueblo, donde siempre se celebraban los bautizos bodas o comuniones de la familia.<br />Se sintió algo culpable, no les había dicho la verdad, sus padres creían que en ese momento estaba de viaje y, por el contrario, allí estaba, cenando esas extrañas recetas, codeándose con exitosos ejecutivos, gente importante, en un restaurante que había sido premiado en varias ocasiones por sus servicios.<br />Se sintió culpable, no les había dicho la verdad, sus padres no sabían que quizá esa sería su última noche en un restaurante como aquel, y ellos no estaban allí con ella. La única persona que sabía cuánto estaba disfrutando era la última persona que jamás podría haber imaginado, Virginia. Aquello parecía una locura, todo se había vuelto del revés, quizá desde que le confirmaron su enfermedad había perdido toda razón. O quizá en eso consistía la vida, en un cúmulo de circunstancias que no tendrían por qué tener explicación o lógica, no tendrían por qué tener una razón de ser o debieran de ser de algún modo.<br />Fuera lo que fuese lo que le había llevado a actuar así desde que salió de la consulta del médico, no se arrepentía, ni del tatuaje, ni de haber saltado temerariamente por un puente, ni de haber hecho el mayor ridículo de su vida frente a mucha gente hacía una escasa hora. No se arrepentía de haber elaborado una lista junto con otra persona a la que hacía pocos días consideraba superficial. De todas sus amigas, no recordaba que Virginia hubiera hecho algo por ella o ella misma por su amiga. De todas las amigas, eran las menos compatibles y simplemente se habían limitado a vivir juntas como dos personas que se relacionan con el mismo grupo de gente, pero que no se relacionaban entre ellas. Imaginó por un instante si en vez de a Virginia hubiera llamado a Lucía, a la que quería más y consideraba su mejor amiga, entre todas las demás. Definitivamente, todo hubiera sido tan distinto. Quizá Lucía se hubiera alarmado, hubiera montado un drama monumental, como las antiguas tragedias griegas. Quizá Lucía hubiera llamado a las demás y plantearía afrontar todo aquello juntos, le hubiera obligado a confesárselo a su familia y, probablemente, le hubiera presionado para someterse a un tratamiento para alargar, lo que Daniella consideraba, la agonía. No hubiera elaborado una ridícula lista llena de esperanzas y sueños, no le hubiera pintado otra realidad que le evadiera la mayoría del tiempo que le quedaba de su triste destino, no le hubiera enseñado que lo importante no era que se moría pronto, si no que tenía poco tiempo de vida y tenía que exprimirlo. Virginia había conseguido que la idea de la muerte se tornase a un segundo plano y la vida cobrara mayor protagonismo para ella que lo que en todos aquellos años lo había tenido. Ahora Daniella era más consciente de que tenía que vivir, la muerte no era una excepción que le diferenciaba de nadie. Todos, tarde o temprano, morirían, pero ella era más consciente de su tiempo, de su fin. Gracias a Virginia ahora lo sabía y no estaba cruzada de brazos dejándose consumir. Estaba tomando otra dirección, pero era su elección y eso le gustaba.<br />Pero, sobre todo, lo que más admiraba de Virginia era que, desde el primer momento, respetó sus decisiones y no solo le apoyó, sino que estaba con ella al cien por cien sin que se lo hubiera pedido. Eso Lucía quizá no lo hubiera hecho, incluso sus padres tampoco lo hubieran aceptado. Lo cierto era que ocurriera lo que ocurriese en el minuto siguiente, Daniella sentía a cada momento que había vuelto a nacer, y no que rápidamente moría.<br /><br />Por fin llegaron al postre, Virginia pidió al camarero dos copas del mejor cava que tuvieran y ambas brindaron por aquella cena tan peculiar.<br /><br />-¿Por qué brindamos?- le preguntó Daniella a su amiga alzando la copa.<br />-Por qué va a ser.- se miraron a los ojos, una mirada cómplice.- Por la lista.- y chocaron el cristal y sorbieron un poco de aquel líquido burbujeante y dorado.<br />-Por la lista.- y el champán acarició la garganta de Daniella, deshaciendo el nudo que se comenzaba a formar en ella al añorar a su familia en esos instantes.<br />-¿Estás bien?- le preguntó Virginia, percibiendo su tristeza.- Y no me digas que sí porque no te creo.- Daniella forzó una sonrisa en sus labios.<br />-Estoy bien, en serio.- Virginia trató de adivinar lo que sentía en esos momentos su amiga.- No te preocupes, Vir, estoy bien. Anda, pide la cuenta y vámonos ya.- Virginia apuró lo que le quedaba de cava en la copa de un trago y negó con la cabeza.<br />-Oye, puede que parezca que soy distraída o que no me entero de nada o que durante estos años has despertado en mí un absoluto desinterés pero…- carraspeó y dejó la copa vacía en la mesa.- Te conozco. Quizá no tanto como Lucía o las demás, pero Dani, eres como el agua. ¡Transparente, transparente!- exclamó.- Creo que ya sabes que puedes confiar en mí ¿no? Que puedes desahogarte en todo momento, aunque no sea mi fuerte eso de ser la psicóloga pero…Para eso estoy. Estamos.- se corrigió.- Porque ahora somos un equipo y no solo estoy en las buenas, no solo te voy a ayudar para cumplir tus sueños. Quiero que sientas que cuentas conmigo.- Daniella le interrumpió.<br />-¿Por qué?- se quedaron en silencio durante unos segundos.- Quiero decir, ¿Por qué haces todo esto por mí? Y no me digas que es por la lista dichosa.- una parte de ella se sentía culpable, nunca había recibido tanto sin que pudiera dar nada a cambio.<br />-¿Por qué?- Virginia se encogió de hombros.- No sé, Dani. ¿Qué preguntas?- resopló.- ¿Por qué me llamaste? ¿Por qué sólo me lo has dicho a mí?- Daniella se sorprendió ante las preguntas.<br />-No sé.- dijo algo desprevenida.- Porque…- lo cierto es que no sabía qué contestar.<br />-Ves, hay cosas que suceden porque sí. Tú me llamaste y ni tan siquiera sabes por qué. Yo te ayudo y tampoco sé por qué lo estoy haciendo pero, siento que tiene que ser así.-Virginia hizo una pausa.- Mejor dicho, quiero que sea así. No hay nada cierto, ni seguro, ni todo es para siempre. Cuando mi madre murió me quedó tanto por decirle, me quedó tanto por hacer con ella…Cuando me enteré que mis padres no eran mis verdaderos padres, sentí que toda mi vida era una mentira, que nada tenía sentido…- le confesó.-Pero no es así. Lo que hice con mi madre fue suficiente, así tenía que ser, no puedo exigirle a la vida o al destino más de lo que me correspondía con ella.- Daniella se asombró por las palabras de su amiga.- Y cuando sentí que toda mi vida era una mentira solo porque biológicamente mis padres no lo eran, que no tenía su misma sangre…Con el tiempo comprendí que no, que no había sido una mentira, lo que viví con ellos, lo que sentí, todo fue verdad, soy su hija, eso no es una mentira, ellos me criaron y me han dado su amor. Mi padre sigue siendo mi padre y mi abuelo es mi abuelo, porque así lo siento y porque para ellos soy una hija y una nieta más. Eso no cambiará nunca, la diferencia es que quizá tenga otra familia a la que pueda conocer y querer como la de aquí, pero en Estocolmo.- suspiró hondo.- Lo que quiero decir, Dani, es que no cuestiones las cosas, simplemente siéntelas, vívelas, disfrútalas…Porque luego puede que no haya nada, quizá vayamos al cielo, al infierno, quizá no halla nada o simplemente nos reencarnamos y seamos una vaca o un perro o qué se yo…Pero quizá no vuelvas a ser la que eres ahora, así que aprovechemos lo que tenemos.<br />-Vale, vale.- rió de repente Daniella.- Aunque tú serás una vaca, yo me reencarnaré en un precioso delfín.- y sonrió, digiriendo lo que acababa de escuchar.<br />-¿Un delfín? Que cursi eres.- Virginia llamó al camarero con un gesto.<br />-Gracias.- Virginia le correspondió con una sonrisa en los labios.- De verdad, por todo.<br />-No me agradezcas nada. No tienes por qué.- el camarero dejó la cuenta sobre una esquina de la mesa.- A ver, a ver.- dijo mirando el recibo.- ¡Vaya! No me da tanta risa tu gracia.- dijo tras colocar su tarjeta de crédito sobre el recibo. Daniella se pinzó el labio inferior.- No, es broma, lo que has hecho antes, ese super orgasmo fingido, no se paga con nada.- y soltó una risa socarrona, mientras Daniella enrojecía por el rubor.- ¡Ay! Si lo hubiera sabido habría traído una cámara de video o te hubiera grabado desde el móvil. Estaba segura de que no lo harías. Pero con la sorpresa ¡ni moverme podía!- se lamentó- ¡Jo! Es que así nadie me va a creer.- decía entre risas.- Si llego a contarles lo que ha pasado aquí, me toman por loca. ¡La dulce monjita de Daniella! Y parecía santurrona cuando la compramos. ¡Qué pena de cámara!- de repente, una idea irrumpió en los pensamientos de Daniella.<br />-¡Ya lo tengo!- exclamó.<br />-¿No me digas que lo vas a volver a repetir? Espera que busco mi móvil.- dijo emocionada Virginia revolviendo en el interior de su bolso.<br />-No, tonta. Ni aunque me pagarán mil millones de euros lo volvería a hacer.- Virginia fingió desilusión.- Pero sí podríamos hacer una cosa.- le sugirió- ¿Cómo no se nos había ocurrido antes?- la cuenta ya estaba pagada y Daniella se levantó de la silla y se acomodó su bolso en el hombro.<br />-¿Qué? ¿Qué?- le preguntó intrigada Virginia.<br />-Vamos a tu casa, tengo algo que recoger.- le sugirió.<br />-Pero ¿Se puede saber qué se te ha ocurrido?- quiso saber Virginia ya impaciente.<br />-Mi cámara de fotos. Nos sacaremos fotos en todos los lugares y momentos en los que cumplamos un punto de la lista, así las demás podrán verlo. ¿No crees que es una buena idea?- Virginia se quedó pensativa.- Lo haremos a partir de ahora.<br />-Vale, pero mientras tanto…- Virginia cogió su teléfono móvil y llamó al camarero que les había atendido durante toda la noche.- Por favor ¿podría hacernos una fotografía antes de que nos marchemos?- le pidió Virginia al hombre, que les miró extrañado.<br />-Por supuesto.- les contestó y extendió la mano para coger el móvil de Virginia.- A ver, ¿Cómo funciona esto?<br />-¡Oh, sí!- exclamó Virginia.- Espere, que no sé ni yo cómo funciona.- se le escapó una risa nerviosa. Un amigo de su padre, que las observaba les ayudó.<br />-Virginia, déjame, tengo el móvil igual.- se ofreció y accionó la función de “cámara fotográfica”.- Tener, dos copas de vino, no podéis posar así sin más.- dijo amablemente ofreciéndoles dos copas de su mesa.<br />-Gracias, Francisco.- Daniella miró a la mesa algo avergonzada, todos la miraban con extraña simpatía, quizá les había divertido la escena del principio.- Es que queremos guardar un recuerdo de esta noche y, se nos ha olvidado la cámara.- le dijo.<br />-Sí, una noche memorable, sobre todo para tu amiga.- rió. Su mujer le regañó.<br />-Francisco, ¡por favor!- Daniella no sabía dónde esconderse en esos momentos. Sin embargo, Virginia parecía disfrutar con la escena.<br />-No se preocupe Mari Luz, si Francisco tiene razón. Ha sido para no olvidar.- y le dio un leve codazo en el costado a su amiga.- Bueno, ¿quién nos saca la foto?<br />-No se preocupe, ya les saco yo la fotografía.- le dijo Francisco al camarero. El camarero se retiró.- Decir “patata”- las dos amigas cogieron las dos copas de vino que Francisco les había dejado y posaron juntas, diciendo al unísono, lista, en vez de patata.- Preciosas, preciosas.- exclamó Francisco al ver el resultado del retrato.- ¿Qué decís? ¿Os gusta u os saco otra?<br />-No así está perfecta.- contestó Daniella con un hilo de voz, quería irse cuanto antes.- ¿No crees Vir?<br />-Sí, creo que sí. Gracias.- afirmó Virginia percibiendo la premura de su amiga por marcharse.- Ya nos veremos otro día, y que os aproveche.- les dijo. El matrimonio las despidió y ambas salieron, al fin, del restaurante.<br /><br />-Nuestra primera foto, Dani.- dijo entusiasmada Virginia, mirando la fotografía en la pantalla del móvil.- En cuanto lleguemos a casa la descargo a mi ordenador.- dijo exaltada.- Nuestra primera foto de un gran álbum que haremos. Se la podemos ir mandando a las chicas.- sugirió.- Así nos envidiarán un poco.- rió para sí.-Pero ¡qué idea has tenido! Como se nota que eres la más inteligente de las dos.- y Daniella le quitó el móvil para ver la fotografía. Era perfecta.<br /><br />La noche comenzaba a refrescar, algunas parejas caminaban de la mano, quizá de vuelta a casa, quizá en busca de algún bar dónde seguir la velada. Ellas parecían unas transeúntes como otras cualquiera, pero no lo eran, ellas no caminaban por la calle con la certeza de saber qué pasaría en el segundo de después, ellas solo conocían lo que habían escrito en una lista, dispuestas a cumplirlo, pero nada más…Robaban a la vida momentos que quizá ya no tenían. Caminaban a oscuras, sin oír el tic tac del reloj de la vida, con la esperanza como brújula que les guiaba a una meta cierta: la muerte.<br /><br />Caminaron sin rumbo fijo durante una hora, disfrutando de la noche, hasta que dieron a parar a una gran fuente, iluminada, mostrando el esplendor de sus chorros de agua que caían con fuerza en mil direcciones. Era una de las fuentes más bonitas de la ciudad. Alrededor suyo había un césped vallado, salpicado de las gotas cristalinas que en él caían.<br />Virginia pasó su brazo sobre el hombro de Daniella, y se sentaron frente a la fuente, en un banco solitario iluminado por la tenue luz de una farola. Las estrellas apenas se podían ver por la contaminación, pero la luna resplandecía plateada, omnipotente, hermosa. Parecía la reina de la bóveda azabache que se cernía sobre sus cabezas, el cielo de aquella noche de verano. Una reina que las miraba desde lo alto y solo la luz artificial podía atreverse a competir contra su brillo. No había nubes que la ocultaran, estaba redonda, completa, para ellas aquella noche.<br />Daniella admiró, sentada en aquel banco, aquella preciosa estampa, mientras Virginia hurgaba en su bolso y sacaba un papel de él. Tachó algo y volvió a meter la hoja en su bolso.<br />-¿Qué calor hace, no?- preguntó Virginia a Daniella. Daniella se encogió de hombros.- Pues a mí me parece que hace un bochorno espantoso.- y se abanicó con la mano.<br />-¿Qué has tachado en ese papel?- quiso saber Daniella.<br />-¿Yo? Nada.- le dijo.<br />-Vale.- le contestó Daniella, volviendo la mirada al cielo. Volvieron al silencio de antes.<br />-Es que, hace calor.- insistió Virginia.- ¿No tienes calor?- Daniella negó con la cabeza.- ¿Seguro? Mira que yo te veo algo sofocada.<br />-¡Qué no, pesada!- exclamó Daniella.- Serás tú, que se te habrá subido el champán ese.- rió.<br />- No sé, pero yo tengo calor.- Daniella le ignoró nuevamente, y se perdió en sus pensamientos.<br /><br />No se percató de que su amiga se había levantado del banco y caminaba hacia la fuente. No se percató que Virginia saltaba el vallado y pisaba el césped, que se descalzaba y tocaba el agua de la fuente. No se percató hasta que la oyó gritar.<br /><br />-¡Dani! ¡Dani!- le llamó.- Ven, se está la mar de a gusto.- de repente, y para su sorpresa, Daniella vio a su amiga zambullirse en la fuente.- Qué fresquita está el agua, por dios.- y chapoteaba como si fuera una niña pequeña.- Pero, ven, no seas tímida, ya verás que te sienta de muerte.- Daniella corrió a su encuentro, horrorizada por lo que estaba viendo.<br />-Pero tú, tú... ¿TÚ ESTÁS TONTA?- gritó, animándole a salir.- ¡Que como te vea alguien se te cae el pelo!- le reprendió.- ¡Sal de ahí ahora mismo!- le ordenó. Virginia se alejó de ella.- ¡Virginia, que salgas!- insistió, pero su amiga le ignoró.<br />-Si quieres que salga tendrás que sacarme.- Daniella soltó una carcajada.- Sí, lo que has oído, que tendrás que sacarme. No seas tonta y métete conmigo un rato, si no pasa nada.<br />-¿Qué no pasa?- le gritó.- Sí pasa, sí. Que como nos vea alguien, o mejor dicho, como nos vea un poli, nos cae una del quince.<br />-¡Bah! ¿qué dices?- le quitó importancia Virginia.- Lo peor que nos puede pasar es una pequeña reprimenda. Además que serán cinco minutines, ven, métete un poco, aunque sea mójate los pies y nos salimos.- intentó convencerla. Daniella se negó con rotundidad.- Vamos, Dani, no me digas que vuelves a ser la misma aburrida y santurrona de siempre.- Daniella se ofendió por el comentario.- Ya decía yo, que mucho mucho, pero luego nada. Lo del restaurante ha sido un espejismo, nada más. No sabes divertirte.- Daniella bufó.<br />-Que ¿Qué?- y se descalzó y se metió a la fuente, yendo al encuentro de su amiga.- Retíralo ahora mismo.- Virginia huyó de ella, dando vueltas a la fuente.<br />- ¿Qué retire el qué?- Daniella le perseguía y le salpicaba.- Que eres una aburrida, cobardita, gallina.- Daniella la alcanzó y ambas se pusieron a salpicarse y a gritar como unas niñas pequeñas que juegan en la orilla de la playa, riendo a placer, perdiendo la noción del espacio y tiempo.<br /><br />De pronto, una voz les asustó, y se detuvieron al instante, cesando el chapoteo y las risas. Una voz seria que les llamaba.<br />-¡Eh, vosotras dos!- les gritó. Ambas ubicaron al dueño de la voz.- ¿Qué es lo que estáis haciendo?- les preguntó.<br />-Nada Señor policía, que se nos había caído un anillo y…- se excusó Daniella- Y estábamos buscándolo.- el policía les miró con cara de pocos amigos.<br />-No, no. No es eso Señor policía.- negó Virginia.- Es que teníamos calor y nos apetecía dar un baño.- y sonrió, ante la expresión de horror de su amiga.<br />-¿A sí?- Virginia asintió descaradamente.- Bueno pues largo, salir de ahí y haré que no he visto nada.- Daniella hizo ademán de salir pero Virginia la retuvo.<br />-Es que aun tenemos mucho calor. No quiere meterse con nosotras también, mire que está muy fresquita el agua.- Daniella no daba crédito a lo que estaba escuchando.- Nosotras no se lo vamos a decir a nadie.<br />-¿Estáis borrachas?- preguntó el policía.- Porque si es así…- se rascó la barbilla.- Hala, salir de una vez o tendré que dar parte, y la multa que os va a caer no es chica.<br /><br />Virginia se volvió a negar y, sin previo aviso, salpicó al agente de seguridad. Daniella se llevó la mano a la boca y sintió que el corazón se le iba a salir del pecho. Ahora sí que estaban metidas en un buen lío.<br />El policía se metió dentro de la fuente y las sacó a ambas. Virginia opuso algo de resistencia pero al final salieron y se calzaron. Estaban empapadas, pero eso no impidió que el agente les metiera en su coche patrulla y les llevara a la comisaría más cercana.<br /><br />-Genial, genial.- susurró para sí Daniella. Virginia parecía emocionada con todo aquello.- Pero ¿te has vuelto loca? ¿De qué vas?- le increpó a su amiga.<br />-Calladitas hasta que os tomen declaración, ¿entendido?- les dijo el policía. Virginia se encogió de hombros y se llevó el dedo índice a los labios, en señal de guardar silencio, y después se rió.- Ya me encargaré yo de que paséis la noche entera en el calabozo. Os aseguro que allí no pasareis calor.- y Daniella ahogó un grito de horror. Ella en la cárcel, no podía creerlo. Ni pensar que había creído que esa noche sería una de las mejores noches de su vida.<br />-Genial, genial.- esta vez fue Virginia la que susurró, pero con un tono de alegría, y asintió con la cabeza repetidamente. Daniella no entendió nada.<br /><br />Una vez les tomaron declaración, el policía les condujo a las mazmorras de la comisaría. Estarían allí toda la noche hasta que viniera alguien a pagar la fianza. Daniella no quiso avisar a sus familiares asi que Virginia se encargó de avisar a alguien. Las encerraron a cada una en una celda, una frente a la otra. Eran unas celdas frías, oscuras, con unas paredes de color beige desgastado y una cama con goma espuma como colchón, incómoda y dura. La sensación que se sentía al estar ahí dentro era indescriptible, al menos así lo sentía Daniella. Pero Virginia parecía gozar con todo aquello.<br />-¡Ja! Alucina.- le dijo Virginia tras sus barrotes. Daniella no le respondió y se sentó en la cama de su celda.- ¿Qué? ¿Ahora no me vas a hablar?- Daniella guardó silencio.- Hija, tranquila que no es nada. Que mañana a primera hora nos sueltan y listo, esto quedará en una anécdota más, ni constará como delito.<br />-¡Ah, no!- dijo entre dientes Daniella.- ¿Y por qué nos han encerrado?- quiso saber.<br />-Porque ese tipo es un toca gaitas.- le contestó.- Vamos, Dani, mira el lado positivo.- le animó.<br />-¿Lado positivo? Y ¿dónde ves tu el lado positivo, si se puede saber?- aquel lugar le deprimía, miró el reloj, todavía eran las cuatro de la mañana, aun les quedaban algunas horas encerradas entre aquellos barrotes.<br />-Pues que ya hemos cumplido otro punto de la lista.- Daniella le miró extrañada.- Sí, esto estaba en el plan.<br />-¡Venga ya!- exclamó Daniella.<br />-Que sí. Te enseñaría la lista pero está en mi bolso y…Nos lo han requisado.- se mordió el labio inferior y miró a su amiga al otro lado de los barrotes.- Dani, que sí, créeme. Mira, no me habías preguntado qué había tachado. Pues, era el punto de la lista.<br />-Que no te creo.- de repente se acordó de haberle oído tachar algo, pero no le prestó atención. Quizá era cierto, pero apenas recordaba los puntos de la lista. Tras unos minutos decidió darle el beneficio de la duda.- Vale, espero por tu bien que sea cierto y que en esa maldita lista aparezca algo sobre una cárcel, porque sino date por muerta.- Virginia sonrió en la oscuridad de su celda.<br />-Exactamente leerás “Vincula”.- Daniella enarcó una ceja asombrada.<br />-¿Qué? ¿Vínculo qué? Eso qué es ¿una adivinanza o algo así?- quiso saber.<br />-No exactamente. Es latín, significa cárcel. Sabía que si lo ponía en castellano no accederías, así que…Lo puse en latín, tú nunca has estudiado latín así que no había forma de que lo entendieras.- rió traviesa.<br />-Eres una tramposa.- le reprendió, y rió con ella, sorprendida por el ingenio de su amiga.<br />-Todo sea por la lista.La Listahttp://www.blogger.com/profile/08110107973696022966noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8742142410432440139.post-72434084122565141172010-02-03T08:34:00.000-08:002010-02-04T03:23:51.897-08:00A lo hecho, pecho.<div align="justify">Virginia aparcó frente a su casa. Daniella miró el edificio del barrio que le había visto crecer. Después bajó la mirada y suspiró.</div><div align="justify">-Bonita experiencia ¿eh?- le dijo Virginia mientras apagaba el motor del coche.</div><div align="justify">-Fantástica- le dijo Daniella con tono decaído.</div><div align="justify">-Cualquiera lo diría con ese tono- le reprochó Virginia que se puso las gafas de sol de diadema, descubriendo sus ojos a la soleada mañana que hacía.</div><div align="justify">-Tengo que subir, o llegaré tarde a comer- le dijo.</div><div align="justify">-Ya veo, pues mueve el culo- le sacó la lengua y se puso de nuevo las gafas encendiendo el motor.</div><div align="justify">-¿A qué hora nos vemos?- le preguntó tras bajarse del coche.</div><div align="justify">-Te vendrá a recoger el chófer a eso de las nueve, ¿Te parece bien?Tenemos reserva a las nueve y media- le sugirió.</div><div align="justify">-Perfecto, estaré lista para entonces- sonrió falsamente y se dirigió a su portal. </div><div align="justify"></div><div align="justify">Llamó al telefonillo y esperó a que le abrieran. Subió en el minúsculo ascensor y contempló su reflejo en el espejo manchado de motas de polvo. Volvió a suspirar y se sintió profundamente deprimida. Se sentía con ganas de no volver a casa, no podía mirarlos a la cara, no tenía ánimos para nada, sólo volver a saltar de aquel puente. </div><div align="justify">De alguna manera cada minuto que pasaba era como una caída hacia el vacío: la misma sensación de poder estrellarse en cualquier momento. </div><div align="justify"> </div><div align="justify"></div><div align="justify">-Cariño- le achuchó su madre que la esperaba en la puerta.</div><div align="justify">-Hola, mamá- le dijo con un tono apagado, inhabitual en ella. </div><div align="justify">-¿Estás bien?- asintió, tratando de fingir. </div><div align="justify">-Sí- y cerró la puerta tras de sí. Se oyeron los pasos corriendo de su hermano Óscar, que estaba peleando con su hermana Alejandra. </div><div align="justify">-Parar ya, niños- les regañó su madre- Mirad quien está por fín aquí. Saludad a vuestra hermana, vamos- les dijo dándoles con el trapo de cocina a cada uno en el brazo, mientras se iba a la cocina.</div><div align="justify">-Hola- les dijo Daniella. Alejandra le dio un abrazo a su hermana y Óscar aprovechó para dar un pellizco a Alejandra y salir corriendo.</div><div align="justify">- Me voy a chivar a mamá- se quejó Alejandra, persiguiéndole en la otra dirección. </div><div align="justify"> </div><div align="justify">En cualquier otro momento aquel caos tan familiar le hubiera resultado reconfortante, hasta el olor de tortilla de patata que salía de la cocina. Pero en ese momento sólo sentía naúseas y ganas de arroparse en un absoluto silencio. Se quedó parada en la entrada sin saber reaccionar, perdiéndose en sus pensamientos.</div><div align="justify">-Pero ¿Todavía ahí?- le preguntó la madre que salía con los cubiertos en dirección al salón para terminar de poner la mesa- Que la comida ya está, hija. Anda y ve a lavarte las manos y quítate esas zapatillas que las traes llenas de polvo ¿Pero dónde has estado?- Daniella se descalzó ahí mismo, cogió las zapatillas y sin responder se fue a su habitación. La miró con desidia. </div><div align="justify"></div><div align="justify">En la sobremesa todos hablaban de lo mismo: el pueblo. Quedaban cuatro días para que al fín su padre tuviera vacaciones y se fueran al pueblo de sus abuelos a pasar todo el verano, como cada uno de sus vidas. Sus padres eran del mismo pueblo de Castilla la Mancha, por lo que tenían que desplazarse en la furgoneta familiar con todo el equipaje y toda la tropa. </div><div align="justify">-Alejandra, cariño, ¿Ya has preparado tu maleta?- Alejandra asintió emocionada.</div><div align="justify">-¿Y vosotros, chicos, la habeis preparado o estáis esperando a que mamá la prepare?- intervino el padre de Daniella.</div><div align="justify">-Joe, papá, que aún hay tiempo- respondió Oscar, el padre frunció el ceño.</div><div align="justify">-Bueno, es que luego siempre es lo mismo con vosotros...- miró a Daniella que no había dicho una sola palabra en toda la comida- ¿Y tú hija, que no dices esta boca es mía?- Daniella levantó la cabeza y miró a su padre. Parpadeó y tomó aire despistada.</div><div align="justify">-Yo... yo- y pensó que aquel era el mejor momento- Papá, Mamá... tengo algo que deciros- les dijo. </div><div align="justify">-Pues dí, niña, dí- le animó su madre mientras apilaba los platos vacíos y sucios.</div><div align="justify">-... Que no voy a ir con vosotros al pueblo- les dijo al fín, sintiendo que eso le había costado más que confesar su enfermedad.</div><div align="justify">-¿Que qué?- dijo sobresaltada su madre- ¿ Y se puede saber por qué? Mira que Manolo está esperando a que llegues, que lo tienes al pobre loquito- le dijo con una mirada inquisitiva.</div><div align="justify">-Bueno...- se incorporó en su silla tratando de arreglarlo- Quiero decir que no podré viajar con vosotros pero no que no vaya a ir. Es que, vereis- trató de explicarse- Virginia, mi amiga...- Alejandra intervino.</div><div align="justify">-¿La que no conocemos más que de oídas porque es muy rara?- Daniella entornó los ojos y resopló, dejando escapar una breve risa.</div><div align="justify">-Sí, ella- le dijo a su hermana y después miró a sus padres- Pues tenía concertado un viaje a París con una amiga suya de la facultad...- trataba de sonar convincente- Pero bueno, ya sabéis que los exámenes de recuperación ahora son en Julio y esta chica ha suspendido dos asignaturas... Una faena- improvisaba- El caso es que ya estaba todo pagado y bueno, las chicas aún no han llegado a la ciudad y ha surgido de pronto, y pues me ha pedido que vaya con ella esos días porque su amiga tiene que estudiar y todo ese lío- relajó los hombros y clavó la mirada en el vaso vacío de agua que tenía frente a ella.</div><div align="justify">-¿Pero hija, con qué dinero?- le dijo su madre en su habitual tono de apuro.</div><div align="justify">-Mamá, está ya todo pagado, Virginia es rica, ya lo sabes, lo paga todo ella- se excusó.</div><div align="justify">-¿Y a ti te parece bien eso?- le regañó su madre.</div><div align="justify">-No, ya sabes que no me gusta vivir por encima de mis...de nuestras posibilidades- se corrigió- Pero me suplicó que fuera con ella, que era su única salida, y el vuelo sale en tres horas...No pude decirle que no- les dijo.</div><div align="justify">-¿En tres horas? - le preguntó su padre.</div><div align="justify">-Cariño es muy precipitado...- le dijo su madre.</div><div align="justify">-Pero ella ya lo ha arreglado todo esta mañana, y yo le he dicho que sí- levantó las manos en defensa.</div><div align="justify">-¿Sin nuestro consentimiento?- le recriminó su madre.</div><div align="justify">-Mamá ya tengo cierta edad para tomar mis decisiones- elevó la voz, por primera vez en todos los años de conciencia y convivencia en esa casa.</div><div align="justify">-¡No le hables así a tu madre!- le reprendió su padre.</div><div align="justify">-Papá pero es verdad, Virginia me lo ha pedido, no hicieron seguro de cancelación y de todas formas ya está pagado. Virginia ha aceptado asumir el gasto de la parte de su amiga porque ella quiere ir, y yo soy su amiga de siempre, de toda la vida...Su única posibilidad. Se quedará si no sin ir- dijo- Además que yo quiero ir y punto. Ya he llegado con ella al acuerdo de que le pagaré en clases de matemáticas para el curso que viene- les mintió.</div><div align="justify">-¿Clases de matemáticas?- su madre sacudió la cabeza.</div><div align="justify">-Pero qué más os dará. Voy y punto. No os estaba pidiendo permiso, estaba informándoos que tomaré un autobús para el pueblo cuando llegue de París en una semana- les dijo.</div><div align="justify">-Ya, ya veo hija...- le dijo su padre- ¿Sabes? Tal vez tienes razón, necesitas esas vacaciones, estás algo estresada con todo el año duro de estudio. A veces nos olvidamos de todo lo que te esfuerzas. Te lo mereces, hija, y si a tu amiga no le importa y luego se lo pagas en clases de matemáticas pues adelante, disfrútalo- le apoyó su padre- Luego vas al pueblo y tan tranquilos todos. Que además no has salido de España nunca, es toda una oportunidad para que practiques tu francés- Daniella asintió aliviada.</div><div align="justify">-¿Pero qué le decimos a Manolito?- Daniella puso los ojos en blanco. Una punzada de dolor le sobrevino al recordar a Manolo, su novio.</div><div align="justify">-Pues eso mamá, que me he ido a París y que volveré para verlo- le dijo.</div><div align="justify">-¡Qué disgusto se va a llevar! Si el muchacho sólo vive para el verano y verte- le dijo llevándose la mano a la mejilla.</div><div align="justify">-No exageres mamá- y se levantó.</div><div align="justify">-¿Y ahora adónde vas?- le preguntó.</div><div align="justify">-Tengo una maleta que hacer mamá. Mi avión sale dentro de tres horas, ¿recuerdas?- y se fue a su habitación tras cepillarse los dientes. </div><div align="justify"></div><div align="justify">Se cambió de ropa y cogió la maleta a medio hacer que tenía para el pueblo. La terminó de empacar y en ella dejó el sobre con el diagnóstico y el e-mail de Virginia impreso, la lista. Buscó su pasaporte y sus documentos, metió todos sus ahorros y una cámara de fotos que sus amigas le habían regalado en su cumpleaños. </div><div align="justify">Ya estaba todo, ahora tenía que irse y mostrar naturalidad e ilusión por viajar a Francia durante unos días. </div><div align="justify">-¿No necesitas nada, hija?- le preguntó su madre.</div><div align="justify">-No, mamá, ya he metido todo- le respondió cogiendo una cazadora vaquera del perchero.</div><div align="justify">-¿Llevas las gafas de sol? ¿Llevas cosas de aseo, hija?- ella asintió. </div><div align="justify">-Espera, Daniella- le dijo su padre que sacó de su cartera doscientos euros, todo lo que llevaba encima- Es poco, lo sé, pero es lo que tengo en la cartera, hija. Traenos algo bonito de allí- le dijo abrazándola.</div><div align="justify">-Papá tengo mi dinero y no hace falta que...- su madre le hizo callar con la mirada.</div><div align="justify">-Tu padre te los da muy gustoso, anda no le hagas el feo- le dijo. </div><div align="justify">-Está bien- y se lo agradeció besándole en la mejilla. </div><div align="justify">-Te vas directa al pueblo, ¿eh?- le insistió su madre.</div><div align="justify">-Que sí, mamá- le aseguró Daniella sabiendo que mentía.</div><div align="justify">-Bueno, tú ven cuando sea pero llega- le dijo. </div><div align="justify">-Está bien- les aseguró.</div><div align="justify">-Y si ocurre algo, hija, llama al móvil de tu padre ¿Está bien?- Daniella asintió sintiendo que tenía que escapar de allí cuanto antes.</div><div align="justify">-Por supuesto, mamá- y luego besó a sus hermanos, abrazó a su madre y se fue a la parada de autobús.</div><div align="justify"></div><div align="justify"> </div><div align="justify">Tras varios trasbordos y el traqueteo del metro, al final llegó a la urbanización de Virginia. Caminó hasta donde recordaba que era la casa y llamó al telefonillo. </div><div align="justify">-¿Quién es?- preguntó una voz de mujer. </div><div align="justify">-Soy, soy una amiga de Virginia- dijo claramente. La puerta del jardín se abrió. </div><div align="justify"></div><div align="justify">Entró y llamó a la puerta principal donde la señora de servicio le abrió y le invitó a pasar.</div><div align="justify">-¿Está Virginia en casa, verdad?- ella asintió.</div><div align="justify">-Sí, pasa, pasa- Daniella pasó con su maleta sobre su hombro, que era más bien una bolsa de deporte grande donde siempre le entraba todo. No vio necesidad de traer una maleta más espaciosa, porque a diferencia del pueblo, iba a estar pocos días.</div><div align="justify">-Hola- saludó Daniella al ver al abuelo de Virginia de pie mirándola, con las gafas colgando de su cuello.</div><div align="justify">-¿Tú otra vez aquí? Esto se me va a hacer una grata costumbre- le sonrió y le extendió la mano- Mi nieta ayer fue algo grosera y no voy a ser siempre el "abuelo" de tu amiga- le dijo- Soy Adolfo- y Daniella le estrechó la mano sonriendo. </div><div align="justify">-Encantada, yo soy Daniella- se presentó, aunque estaba segura que él ya sabía su nombre.</div><div align="justify">-¡Abuelo, abuelo!- se oyó la voz de Virginia que galopaba a trote por las escaleras bajándolas con terrible estrépito. Adolfo se volvió. </div><div align="justify">-Vas a caerte un día como bajes siempre en esa carrera- le regañó.</div><div align="justify">-¿Qué haces aquí?- dijo Virginia extrañada al ver a su amiga. Llevaba una camiseta de Minnie Mouse vieja y unos shorts negros. </div><div align="justify">-Hola- saludó tímidamente Daniella.</div><div align="justify">-¿Es que no la esperabas?- preguntó Adolfo mirando a Daniella.</div><div align="justify">-¿No te iba a buscar a tu casa el chófer?- le dijo- Pero si hace escasa hora y media que te he dejado en tu casa...- le dijo Virginia acercándose hasta ellos.</div><div align="justify">-Ya, ya lo sé pero...- Virginia entendió qué pasaba.</div><div align="justify">-¡Es verdad! ¿Dónde tengo la cabeza?- sacudió la cabeza- El mensaje de móvil que te mandé- puso los ojos en blanco- Seré idiota, ni me acordé que te pedí que vinieras antes- le dijo y le guiñó un ojo a Daniella.</div><div align="justify">-Claro, ¿Dónde tienes la cabeza?- fingió regañarla.</div><div align="justify">-Ay madre, Virginia, qué vamos a hacer contigo, angelito- dijo Adolfo desapareciendo en dirección a su despacho, dejándolas solas. </div><div align="justify">-Gracias... es que...- Virginia la cogió del brazo y ambas subieron las escaleras. </div><div align="justify">-No hace falta que des excusas, querías venir antes y ya está. Tranquila, no pasa nada, así me ayudas a arreglarme. ¿Traes tu vestido en esa bolsa?- llegaron a la habitación de Virginia- Porque te va a encantar el mío- le sonrió. </div><div align="justify">-¿Vestido?- Virginia cerró la puerta y apagó la minicadena que sonaba a medio volúmen.</div><div align="justify">-Vale, yo también he hecho algo de trampas. He escogido un conjunto de Polo, de bermudas rectas de lino blanco y camisa a juego, con un hermoso cinturón de piel de Carolina Herrera- le dijo- Después me pondré estas preciosidades- y le enseñó unas sandalias blancas- A juego con el bolso, cómo no- le confesó- Y he decidido dejarme el pelo suelto- siguió parloteando- Mira que monada de camisa, bueno es más una blusa, pero no tiene mangas, así que llevaré una chaquetita encima de los hombros para el aire acondicionado del restaurante. Aunque esta noche hará un bochorno horroroso, por lo que he visto en el telediario- comentó en esa manía suya de disparar ideas al aire camino entre el pensamiento y la conversación.</div><div align="justify">-Ya, bueno, es una preciosidad de conjunto- le confesó.</div><div align="justify">-Comprado para la ocasión- le aclaró. Daniella dejó la bolsa en el suelo- Bueno, a ver ese conjunto- le dijo.</div><div align="justify">-La verdad es que había traído mi ropa normal y corriente... Pensaba ponerme una falda y no sé una camiseta y mis sandalias negras...- le dijo.</div><div align="justify">-¡Daniella!- le regañó Virginia-Vamos a un restaurante exclusivo, no podemos ir en cualquier facha...- le dijo.</div><div align="justify">-Ya, bueno pero Virginia ya sabes que yo...- Virginia lo entendió y sacudió la cabeza.</div><div align="justify">-Pues habrá que ponerle remedio, nos vamos de compras- sentenció.</div><div align="justify">-Vir, yo no puedo ir de Polo y Carolina Herrera y todas esas marcas que llevais vosotras- le dijo recordándoselo.</div><div align="justify">-Mira, Dani, esto no es lo de antes, no se trata de que te superes y mantengas tu dignidad, ¿vale? Se trata de que me estoy gastando la herencia de mi madre en esta lista, en la mejor manera que tendría de hacerlo antes de que ambas muramos como lo hemos prometido. Si esto funciona así, entonces lo hará con todas las consecuencias. Yo le pongo la sal, tú ponle la pimienta- le sonrió- Quiero decir, ¿Para qué está el dinero? Para esto, pequeña, para que tú y yo, el mucho o poco tiempo que te quede, nos quede, lo disfrutemos. Deja que te consienta, ¿sí?- Daniella no sabía qué decir- Vayámonos de compras a Plaza Norte y disfrutemos como locas de la buena vida, de la vida...- le sugirió.</div><div align="justify">-Es que no puedo evitar sentirme culpable y oportunista- Virginia rió con fuerza.</div><div align="justify">-Por favor, Dani, no seas ridícula, ahorra ese dinero para la cena. Porque pagarás la cuenta, sabes que lo harás- le desafió.</div><div align="justify">-Aún eso no se sabe- le retó.</div><div align="justify">-Vamos, haz el favor de reconocer que en esto no tienes nada que hacer, esta vez no se trata de saltar de un puente o hacerse un tatuaje. Estamos en otro nivel- y Daniella rió sintiéndose más cómoda con la idea.</div><div align="justify">-Está bien, un modelo, sólo uno...- le advirtió.</div><div align="justify">-Y lo que caiga, pequeña. El mundo es nuestro- le dijo quitándose la camiseta de Minnie Mouse y metiéndose en su ropero. </div><div align="justify"></div><div align="justify"> </div><div align="justify">Una hora después estaban en Plaza Norte, en ese enorme centro comercial de San Sebastián de los Reyes. Daniella siguió por todo el complejo a Virginia. Parecía interminable con su bóveda de cristal, sus escaleras mecánicas, sus escaparates de tiendas de marca y tiendas normales. Había un Fnac y cafeterías. Todo cabía en esa superficia comercial. </div><div align="justify">Al final se decidieron por un vestido color negro de Burberry, con unas sandalias estilo romano Mustang. Le compró una chaqueta Lacoste blanca. El conjunto era clásico, pero era formal y estiloso para el lugar donde iban a ir. </div><div align="justify">Virginia aprovechó para comprarse unos vaqueros en Levis y le regaló una camiseta de Calvin Klein a Daniella. </div><div align="justify">Se marcharon de allí en el escarabajo Volswagen verde de Virginia. </div><div align="justify"> </div><div align="justify">Como quien no quiere la cosa se les echó la tarde encima y a las ocho estaban las dos dando los últimos retoques a sus mejillas algo bronceadas por el soleado tiempo de Junio que habían disfrutado en la capital. </div><div align="justify">Daniella había disfrutado cada segundo de esa tarde. Se sentía otra persona, había roto con su rutina, y eso le hacía olvidar, le hacía vivir. Escapaba, pero lo hacía del ahogo y de la depresión. Ella no lo sabía, pero con cada sonrisa le ganaba un pulso a su enfermedad. Aquella actitud positiva, lejos de empeorarle le hacía durar unos segundos más, fuera cuando fuese su final. </div><div align="justify">Se había dejado alisarse el cabello por Virginia, que insistió en rematar su melena con unos productos que fortalecían el cabello y lo hacían parecer más sedoso. Además dejó que le prestase un poco de su perfume, del que usaba sólo para algunas ocasiones, y ambas se entretuvieron en dar sombras de color a los párpados de sus ojos en lo que Virginia, que siempre parecía tan descuidada y espontánea, definía como "Look de verano", pocas sombras de maquillaje, claras todas, con rimel y un poco de carmín en los labios. Importaba parecer sencilla pero arreglada, natural y cálida, como la noche que nacía tras el atardecer de aquella tarde. </div><div align="justify">Ambas dieron su aprobado y se sacaron una foto antes de salir ellas mismas, sonriendo, Virginia insistía mucho en ese aspecto, quería recopilar los momentos importantes de la lista, atraparlos en fotografías. Para ella era esencial, pues después harían un book y es lo que quedaría de la lista...Fotografías que contaran lo que ellas no podrían contar. </div><div align="justify"></div><div align="justify">Se fueron de allí y el chófer les dejó en el centro de Madrid, en aquel restaurante exclusivo donde tenían hecha la reserva. Estaban emocionadas y Virginia llevó la delantera. La reserva estaba a su nombre y llegaron puntuales a la cita. </div><div align="justify">El camarero les tomó el nombre y las condujo hasta una mesa para dos, en el centro del restaurante, que claramente era para gente de alto poder adquisitivo. Daniella se sintió en un principio fuera de lugar, pero después entendió porqué Virginia insistió en comprarle aquel vestido, pues con sus conjuntos hubiera llamado la atención. Bajo su máscara se sintió una más. </div><div align="justify">Había matrimonios cenando, y empresarios trajeados entorno a mesas redondas. Sonaba la melodía de un piano y un violín en vivo, y todo era un cuchicheo calmado, con el retintín de la vajilla, el arrastrar suave de las sillas, y el jaleo lejano de la cocina. </div><div align="justify">Se agradecía el aire acondicionado, la noche había salido pesada y calurosa. </div><div align="justify">-Por favor- le dijo el camarero ya mayor a Virginia, ofreciéndole la silla y empujándola una vez Virginia se sentó. Virginia le sonrió.</div><div align="justify">-Gracias- dijo con naturalidad. Daniella la miró, sabía comportarse perfectamente. Entonces se fijó en su brazo. Alarmada comprendió porqué había insistido tanto Virginia en el hecho de que era sin mangas. El tatuaje relucía con su nombre, hortera y llamativo, anticuado y fuera de lugar en el brazo de aquella muñequita pija y perfecta.</div><div align="justify">-La carta, señorita- le interrumpió el camarero en su observación, extendiéndole la carta.</div><div align="justify">-Muchas gracias- le dijo carraspeando y buscando la servilleta para extenderla en sus rodillas. El camarero se fue, dejándolas solas.</div><div align="justify">-¿Qué te pasa? Te has puesto algo roja- le advirtió Virginia.</div><div align="justify">-¡El tatuaje!- le susurró fuerte entredientes.</div><div align="justify">-¿Te flipa, eh?- le dijo, sonriendo y enarcando las cejas.</div><div align="justify">-¿A mí no se me ve, verdad?- y se miró el brazo comprobando que el vestido de manga corta se lo tapaba.</div><div align="justify">-No, tranquila- le dijo. </div><div align="justify">-Menos mal- suspiró aliviada.</div><div align="justify">-Bueno, antes de que mires la carta ¿Lo tienes claro no?- Daniella asintió nerviosa.</div><div align="justify">-Sí, sí, claro que sí...- le dijo. </div><div align="justify">-Está bien... Pues allá vamos- le dijo abriendo la carta.</div><div align="justify">-Espera, explícame concretamente porqué lo vamos a hacer- le dijo.</div><div align="justify">-Pues porque adoro esa película, ya sabes la de "Cuando Harry conoció a Sally". Es mítico el orgasmo que finge Meg Ryan. Yo siempre lo he envidiado.- le dijo.</div><div align="justify">-Ya, pero esto es real, la gente te va a mirar si finges un orgasmo así sin más- le explicó.</div><div align="justify">-Lo sé, pero así no tendré que pagar la cena- le guiñó un ojo con picardía y siguió leyendo la carta.</div><div align="justify">-No estés tan segura, puedo adelantarme y hacerlo yo- le desafió.</div><div align="justify">-De eso se trata, Dani. La tensión nos hará sufrir toda la comida hasta que una de las dos se atreva a hacerlo- cuchicheó.</div><div align="justify">-Pero mira quién está aquí- les interrumpió una voz varonil. Virginia levantó la vista y miró a su derecha.</div><div align="justify">-Hombre, Jesús- le dijo sonriendo y levantándose a saludar a uno de los amigos de su padre. Y al hacerlo se dio cuenta de que estaban todos menos el socio de su padre y él mismo.</div><div align="justify">-¡Virginia, querida, qué mayor! Mirad chicos con quién coincidimos, con la hija de Cristobal- y todos saludaron a Virginia- ¿Cenando con una amiga?- y miraron a Daniella que les saludó con un tímido hola. </div><div align="justify">-Sí, aquí estoy cenando tranquílamente- le respondió.</div><div align="justify">-Mira, si nos dan la mesa de al lado- le sonrió. Todos se fueron sentando y Virginia los saludó mientras se volvía a sentar.</div><div align="justify">-Vaya, los amigos de tu padre se sientan justo al lado... ¿Eso no compromete algo tus planes?- le picó Daniella que la miraba divertida.</div><div align="justify">-Shhh- le dijo cómicamente- Ni hablar del tema. Reza porque se vayan antes- le dijo poniendo los ojos en blanco de la exasperación. Aquello cambiaba sutilmente su táctica. Iba a ser realmente bochornoso fingir un orgasmo, pero no quería que Daniella se le adelantara. Era su punto en la lista, ella tenía que ganar esa apuesta. Era su sueño, siempre lo había querido hacer... </div><div align="justify">-Señoritas, la carta de vinos- les dijo el camarero. </div><div align="justify">-Oh, estupendo, muchas gracias- respondió Virginia cogiendo la carta. El camarero se fue.</div><div align="justify">-Todo es muy caro- cuchicheó Daniella.</div><div align="justify">-Obvio, Dani, de ahí el estímulo. Sino te dejarías ganar- le dijo.</div><div align="justify">-Crees que vas a ganar ¿eh? Pues el tal Jesús hecha de vez en cuando alguna mirada en esta dirección- le mintió.</div><div align="justify">-¿Nos está mirando?- Daniella asintió descaradamente.</div><div align="justify">-Eres la hija de su amigo, estás sola con una amiga, está claro que le has despertado su sentimiento paternal y protector- se burló.</div><div align="justify">-¿Te estás quedando conmigo, no? Lo estás haciendo para que me achante, pero eso no va a pasar. Yo fingiré ese orgasmo, seré yo- le advirtió y en ese instante decidió el vino que iban a tomar. </div><div align="justify">-Bueno, yo ya he decidido que comer, ¿y tú?- asintió. </div><div align="justify">-Camarero- le llamó con la mano, pues estaba de pie sin hacer nada, mirando a los comensales. </div><div align="justify">-¿Están listas las señoritas?- Virginia asintió y pidió por las dos qué comer. En ese momento se demoró en la elección del vino porque le llamó la atención uno blanco que no había visto y se puso meditativa. </div><div align="justify">Daniella lo malinterpretó y pensó que era entonces cuando iba a fingir el orgasmo, en medio de todas aquellas personas y se le iba a adelantar.</div><div align="justify">Entonces, sin previo aviso, sin siquiera un susurro introductorio comenzó la oleada de jadeos. </div><div align="justify">Virginia levantó la mirada, pasmada, de la carta. Puso sus ojos fijos en Daniella, que se agarraba al mantel y se mordía el labio inferior, con unos suspiros crecientes que poco a poco fueron creciendo en comprometidos </div><div align="justify">-¡Oh, sí! ¡Me viene!- y se tapaba la cara fingiendo contenerse, para después acabar desahogándose en un increíble jadeo de placer. Parecía tan real, pensó Virginia, atónita por lo que estaba sucediendo.</div><div align="justify">Virginia arrastró la silla imperceptiblemente hacia atrás de la impresión, y el camarero ligeramente agachado hacia Virginia, que observaba antes la carta y le iba a indicar algún vino, se puso recto y miró con ojos como platos la escena de aquella muchacha que acabó por levantarse ante la mirada curiosa de todos los de su alrededor, que habían oído claramente el oleaje de gemidos y jadeos excitantes. </div><div align="justify">-Tengo que ir al baño, si me disculpais- y Daniella caminó hacia el baño equivocándose de lugar. Un camarero que atendía una mesa le indicó con el brazo hacia donde ir. El cuchicheo normal se había silenciado. </div><div align="justify"></div><div align="justify">Virginia dejó la carta encima del plato, más bien se le cayó con la impresión. Miró a los amigos de su padre que miraban con los ceños fruncidos y las bocas entreabiertas por la consternación en su dirección. Virginia sonrió tímidamente y el camarero carraspeó. </div><div align="justify">-Verá usted, todo esto tiene una explicación científica- le dijo elevando la voz inconscientemente, pues sabía que todo el mundo la escuchaba- ¿Ha oído hablar usted de los orgasmos espontáneos?- El camarero negó con la cabeza todavía impactado por el suceso- Es una enfermedad poco común, pero se dan por el consumo de algunos antidepresivos. A la pobre se le divorciaron los padres hace un mes y hoy es su cumpleaños- dijo gesticulando y hablando en alto para que los que estaban más cerca, que descaradamente la miraban, escucharan su mentira- Y el consumo de esos antidepresivos ha causado en ella estos orgasmos espontáneos. Ella no los puede controlar, le vienen, sin más, en los momentos menos oportunos, como ha podido ver- y se le escapó una sonrisita nerviosa.</div><div align="justify">-No hace falta que hable tan alto, ni necesito una explicación... Ha quedado claro- trató de disuadirle el camarero que empezaba a sentir bochornosa la situación.</div><div align="justify">-Es que me veo en la obligación de hacerlo, entienda usted que está ya en tratamiento, pero al igual que es incontrolable pues es inconsciente... ¿Me entiende?- El camarero se frotó las manos algo nervioso y asintió.</div><div align="justify">-Perfectamente, señorita. Si la muchacha no lo puede controlar, pues no puede hacerse nada...- salió del paso.</div><div align="justify">-Escuche, ahora estará metida en ese baño avergonzada, iré a verla y convencerla de que salga ¿No habrá problema en que sigamos cenando, verdad?- El camarero primero enarcó las cejas y luego se encogió de hombros para terminar negando con la cabeza.</div><div align="justify">-Por supuesto que no, me dice el vino y ordeno su cena, señorita- Virginia tragó saliva y asintió.</div><div align="justify">-El reserva que usted me recomiende- le dijo levantándose de su silla. </div><div align="justify">-Está bien, no se preocupe por nada...- le dijo anotando un vino.</div><div align="justify">-Gracias nuevamente. La pobre no quería ni salir a cenar el día de su cumpleaños... Le da mucha vergüenza... Y es normal- siguió diciendo, esta vez mirando a los amigos de su padre que fingieron recuperar la normalidad de sus conversaciones. </div><div align="justify">Virginia, sintiendo que todo estaba controlado, fue al baño y al irse todo volvió al cuchicheo anterior. </div><div align="justify"></div><div align="justify">En el baño Daniella estaba frente a los lavabos, nerviosa y colorada. </div><div align="justify">-¡Pero estás loca!- le dijo Virginia entrando en el baño y comprobando que no había nadie en las puertas. </div><div align="justify">-Ya lo sé, es que pensé que cuando estabas pidiendo el vino lo ibas a hacer tú y... No quería quedarme atrás, quería por una vez destacar y ser espontánea y valiente como tú, ser natural y algo inconsciente- se defendió.</div><div align="justify">-Si eso está muy bien, pero ¡¿Al principio de la cena?! ¿Qué habíamos dicho de que los amigos de mi padre se fueran?- le dijo sujetándola por los hombros y zarandeándola- ¿Tú sabes el bochorno que me has hecho pasar?- </div><div align="justify">-¿Y el que he pasado yo?- y después de dos segundos mirándose se echaron a reír como locas. </div><div align="justify">-¡Tenías que haber visto la cara del camarero cuando le he dicho que sufres orgasmos espontáneos!- dijo Virginia todavía riéndose. Daniella paró de reírse y miró a Virginia.</div><div align="justify">-¿Orgasmos espontáneos, qué es eso?- preguntó incrédula.</div><div align="justify">-Madre mía, pero si salió en las noticias, ¿Es que nadie lo vio? Una chica sufrió hasta 100 orgasmos, todo porque había consumido unos antidepresivos que le causó eso. Los sufría hasta en el autobús... Una faena- le dijo.</div><div align="justify">-Te lo estás inventando- aseguró Daniella.</div><div align="justify">-Que no, que no. Te lo juro que eso existe. Les ocurre a las mujeres. No es muy común pero se han dado más casos- después sonrió y le dijo- Bienvenida al club- Daniella le atizó en el brazo.</div><div align="justify">-Payasa...- le dijo entre risas.</div><div align="justify">-Pues nada, me tocará pagar la cena ¿no?- Daniella se encogió de hombros.</div><div align="justify">-Si nos dejan seguir cenando- le respondió.</div><div align="justify">-Sí, claro que sí. Ahora todos estarán esperando a tu siguiente acceso de orgasmo... pero sí, podemos disfrutar de la velada. </div><div align="justify">-¡No pienso fingir otro orgasmo!- le aclaró alarmada.</div><div align="justify">-Por favor no. Ha sido lo suficientemente bochornoso e impactante... Un segundo y me partiría de la risa ahí mismo... No sería creíble- le dijo.</div><div align="justify">-La verdad es que tenías que haberte visto la cara, Vir, estabas completamente descolocada...- sonrió malevolamente sintiéndose mejor al haber cometido esa travesura.</div><div align="justify">-Pensé que jamás lo harías... que preferirías pagar a fingir un orgasmo, en serio. Esto ha sido nuevo- se apoyó en el lavabo de espaldas al espejo.</div><div align="justify">-La verdad es que me ha nacido... No quería quedar como una cobarde, tenía que ponerme por delante... Ya he hecho el ridículo esta mañana cuando me llamaste gallina...- Virginia le dio un suave codazo en el costado.</div><div align="justify">-Anda Meg Ryan vámonos a cenar, la gente está esperando que salgas- y rió entre dientes.</div><div align="justify">-Sí, salgamos de aquí. A lo hecho pecho- y salieron juntas en dirección a su mesa.</div>La Listahttp://www.blogger.com/profile/08110107973696022966noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8742142410432440139.post-15173792907470677772010-02-02T07:55:00.000-08:002010-02-03T04:15:37.507-08:00¡Salta!-Abuelo, ya estamos en casa- dijo Virginia quitándose la mochila del hombro. Una voz salió del salón.<br />-¿Ese nos a quiénes incluye?- Virginia invitó a Daniella a que la siguiera al salón.<br />-Dani se queda a dormir- el abuelo de Virginia leía el periódico tranquilamente, sentado en su sillón de cuero. Levantó la mirada de las gafas y plegó el periódico, las miró y cabeceó antes de decir.<br />-¿Habeís cenado ya?- Daniella miró la grandeza del salón, en una penumbra interrumpida por la lámpara de lectura del abuelo de Virginia.<br />-No, pero no te preocupes abuelo, nos perderemos en la nevera- le sonrió y le indicó a Daniella que se diera media vuelta para dirigirse a la cocina.<br />-Un momento, muchachita- le interrumpió- ¿Y mi beso?- Virginia se mordió el labio inferior y se puso algo roja. Daniella miró a Virginia algo divertida.<br />-¡Abuelo, delante de mis amigas no!- protestó.<br />-Esa norma no la conocía- le dijo mientras dejaba su periódico encima de sus rodillas y abría los brazos para recibir a su nieta.<br />-Es fácil deducirla- le dijo Virginia que caminaba hacia él renegando.<br />-¡Pero si nunca traes a nadie a casa!- Virginia le abrazó y le besó en la frente.<br />-Bueno, tampoco te acostumbres- él rió y saludó con la mano a Daniella que le contestó con una sonrisa.<br />-Ahora sí abuelo, me voy a la cocina. Date por despedido porque luego estaremos en mi habitación planeando las vacaciones- hizo una pausa- ¿Te acuerdas que te hablé de ello, verdad?- él asintió con la mirada de nuevo en las noticias que ya caían en el ocaso.<br />-Sí, sí, sí, me acuerdo perfectamente, ya ordené a mi secretaria que lo preparara todo y en eso está- le dijo.<br />-Perfecto- dio un pequeño saltito y se fueron de allí.<br />-¿Vacaciones?- le preguntó Daniella una vez estuvieron en la cocina. Virginia fue directa a la nevera y Daniella se acercó a una de las banquetas arrimadas a la encimera de granito.<br />-Helado de chocolate... queda de fresa... mmm tarta de queso fría...¡Ah, naranjada!- decía para sí Virginia con la cabeza metida en la nevera.<br />-Te estoy hablando- le llamó la atención Daniella. Virginia fue sacando cosas y dejándolas frente a Daniella.<br />-Lo sé, pero es evidente la respuesta, tenía que decirle que nos vamos de vacaciones, tú y yo, nadie más, estamos solas en la ciudad, no podía contar con la tapadera de las chicas...- decía mientras sacaba cucharas y tenedoras y platos de los cajones- Vasos... ¿Dónde están los vasos?- Daniella lo miraba todo estupefacta.<br />-¿Esto es cenar?- y miró algo escéptica la tarta empezada en el plato.<br />-Es mi tarta favorita- le dijo Virginia sirviéndose naranjada.<br />-¿Y el helado?- Virginia se metió un trozo de tarta a la boca.<br />-Delicioso- le guiñó un ojo y se rió.<br />-No seas payasa... Esto no es cenar- le dijo señalando lo que había en la mesa.<br />-¿Quieres que pidamos una pizza?- le sugirió- Puedes hacerte una tortilla, creo que hay huevos...-Daniella negó con la cabeza.<br />-No, lo siento, esto estará bien...Diferente pero bien- se encogió de hombros y tomó una cuchara, abrió el helado y lo probó. Después miró a Virginia y se rieron.<br />-¿Naranjada?-Daniella asintió con la boca llena.<br />-¿Sabes? Si me ve mi madre ahora mismo me mata- Virginia le apuntó con el tenedor y le dijo.<br />-Es lo bueno de no tener madre, no te tienes porqué preocupar de esas cosas- pero Daniella no se rió.<br />-No me ha gustado ese comentario...- opinó bajando la mirada.<br />-Lo siento, sólo pretendía...-se quedó en silencio- La verdad es que no sé que pretendía...- Daniella soltó la cuchara y apoyó los codos en la encimera y su cabeza entre sus manos.<br />-Dentro de poco no tendrá necesidad de preocuparse de qué ceno o no... No habrá nada de lo que preocuparse- Virginia la miró y no dijo nada.<br />Terminaron de cenar con el incómodo peso del inevitable paso del tiempo. Con la sensación de que la muerte les mordía los talones.<br />Se fueron a acostar.<br />-Buenas noches- y cayeron en el más absoluto sueño.<br /><br />Daniella escuchó un pitido insistente que la sobresaltó y la obligó a incorporarse de inmediato. Miró a todos lados y se sintió desorientada. La luz entraba por la persiana a medio bajar y miró a Virginia ronronear como un gato a su lado, sin inmutarse. Entonces se percató de la alarma del reloj que sonaba en la mesilla del lado de Virginia. Se frotó la cara mientras la alarma seguía sonando. Dio una patada a Virginia que se movió levemente. La miró y le quitó la almohada con cierto esfuerzo de debajo de la cabeza, después le golpeó con ella.<br />-¡Apaga ese chisme!- Virginia abrió un ojo y buscó la almohada que reposaba encima suyo.<br />-Buenos días a ti también- le dijo con la voz ronca y apagó la alarma.<br />-¿Cómo puede ser que no lo oyeras?- Virginia se volvió a acomodar la almohada y se dio media vuelta poniéndose la mano sobre los ojos.<br />-Estoy acostumbrada...- le dijo.<br />-¿Por qué la has puesto a esta hora? ¡Son las ocho!- protestó.<br />-¿Qué he puesto?- preguntó quedándose dormida.<br />-¡La alarma!- Daniella se arrodilló en la cama y cogió a Virginia por los hombros sacudiéndola- ¡Virginia!- Virginia se incorporó separándose de la sacudida.<br />-Voy, voy... soy de despertar parsimonioso y pesado- se defendió parpadeando repetidamente y mesándose el pelo- A ver...- miró el reloj y luego a Daniella-¡Ah, sí!... El río Cofio- le respondió separando las sábanas de su cuerpo y levantándose en dirección al baño con paso cansino. Desapareció dentro de él. Daniella oyó la ducha.<br />-¿El río Cofio?- susurró.<br /><br /><br />Y así era, dos horas después, duchadas, vestidas con deportivas y shorts, desayunadas y despedidas por la señorita de servicio, cogieron uno de los coches de la familia, un escarabajo verde, y Virginia condujo por la carretera M-505, dirección Ávila hasta un pueblo llamado Santa María de la Alameda.<br />El escarabajo era el coche de Virginia, de eso no había duda. Llevaban la capota quitada y la tapicería era de piel. Virginia llevaba puesta música rock a todo volumen y conducía melena al viento, con unas gafas de sol Ray Ban, mascando chicle de fresa y cantando las canciones que sonaban. Daniella disfrutó del trayecto y en poco tiempo supo qué hacían allí.<br /><br />-Puénting- comentó cerrando la puerta mirando el enorme puente que había a una distancia de aquel descampado que era el párking- El río Cofio supongo ¿no?- Virginia comenzó a andar y asintió.<br />-Vamos, nos está esperando el monitor- le dijo.<br />-Sonaba divertido cuando lo escribí, pero es muy alto ¿no?- Virginia no le hizo caso y siguió caminando- ¿Y si volvemos al Escorial y lo visitamos...? Eso arquitectónicamente hablando es muy interesante... Me gustaría- le dijo viendo la largura del puente bidireccional, construído sobre la escarbada vegetación de la sierra de Guadarrama.<br />-No, va a ser que no- le dijo Virginia sacudiendo el brazo y saludando a alguien. Comenzaron a caminar por la acera provista junto a la barandilla.<br />-Hay gente- comentó Daniella.<br />-Claro, no somos las únicas- le dijo poniendo los ojos en blanco.<br /><br />Llegaron y Virginia se presentó y los monitores las saludaron a las dos.<br />-¿Puénting y Góming, no?- Daniella miró a Virginia.<br />-¿Góming, qué es Góming?- le preguntó a Virginia.<br />-Es lo que voy a hacer yo- le dijo- Es que ya he hecho puénting, quiero probar otras cosas- le aclaró.<br />-Bueno, está bien- le dijo.<br />-El equipo- les indicó uno de los instructores. Virginia asintió y se dejó poner los arneses y atar las tobilleras con las cuerdas. Daniella la imitó y en poco tiempo ambas estaban con el equipo atado al pecho, ceñido todo y asegurado.<br />-¿Quién será la primera?- Virginia levantó la mano y avanzó.<br />-Aprende, pequeña. La adrenalina se quema así- y se dejó ayudar para subir por encima de la barandilla. Puso los pies rectos y se aferró a la barandilla mirando la considerable altura. Había gente abajo.<br />-¿Estás lista, Virginia?- Virginia asintió.<br />-Sí- asintió firmemente.<br />-Pues cuando quieras - y saltó.<br /><br />Daniella se asomó para ver como Virginia caía de cabeza contra el viento, y era impulsada hacia la otra dirección por el efecto pendulante. Se oyó su grito liberador por toda la sierra:<br />-¡Voy a moriiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiir! ¡Uyuhuuu! ¡Aaaaaaaaaaaah! ¡Qué pasada!- exclamó mientras la velocidad del balanceo disminuía.<br />-¿Qué ha dicho?- le preguntaron a Daniella.<br />-Es un poco teatrera la chica- y miró a otro lado sin poder disimular una pequeña sonrisa.<br /><br />Soltaron minutos después a Virginia que no dejaba de parlotear con quien le estaba soltando las cuerdas, explicando la fuerte emoción que había sentido al saltar al vacío.<br />-Dani, es una pasada- le gritó desde abajo.<br />-Ahora te diré- le dijo.<br />-Ánimo, campeona- Daniella asintió y le ayudaron a subir.<br />-¿Qué hago, salto sin más?- preguntó nerviosa, cardíaca, notando que el vértigo subía por sus piernas y le hormigueaban el estómago.<br />-Sí, como te hemos dicho, déjate llevar, libera las tensiones- le dijo.<br />-Está bien- respiró con cierta dificultad- Allá voy- pero no se soltaba de la barandilla.<br />-Tranquila, todo está bien- le trató de animar.<br />-Si ya, ya lo sé, ese no es el problema, es que no sé ... está muy alto- y se oyó una voz.<br />-¡Maldita gallina, deja de hacer el ridículo, tiempo es precisamente lo que no tenemos!- le gritó Virginia.<br />-Ya lo sé, Vir, es que la altura impone- le dijo.<br />-¡Salta!-<br /><br />Y entonces se soltó de la barandilla, cayó con el cuerpo recto al vacío, mecida por el viento de la caída, notando como su melena era sacudida y peinada por la velocidad de su cuerpo sujetado por unas simples cuerdas. A medida que todo pasaba rápido, oyó su propio grito, que salía de lo más profundo de sus entrañas, como una mezcla de pánico y liberación. Creyó estamparse contra la tierra, y que los árboles cercanos le iban a arañar. Por una fracción de segundo imaginó que la cuerda no le sujetaría lo suficientemente fuerte, que no resistiría y todo acabaría ahí, pero voló y sus brazos se extendieron como alas, voló viendo la sombra del puente sobre su cabeza mientras parecía columpiarse en las alturas.<br />Si en algún momento en su vida había estado más cerca de la muerte, había sido ese.<br />Pero si en algún momento se había sentido más viva, desde luego no había otro que aquel.<br />El vaivén cesó unos minutos después mientras no podía dejar de sonreír y sentir el pecho hinchado de emoción y júbilo.<br />La soltaron y Virginia la miró con un brillo de excitación en los ojos.<br />-¿Qué, no me digas que no ha sido una pasada?- Daniella, algo mareada se recobró y corrió hacia ella y la aupó gritando y sonriendo.<br />-Ha sido bestial- le dijo y comenzó a dar vueltas mientras Virginia reía, notando el subidón de adrenalina de Daniella. Al final las dos cayeron al suelo.<br />-Ay- se quejó Virginia, pues Daniella había caído sobre ella.<br />-Lo siento, me he mareado con tanta vuelta- las dos se levantaron entre risas del suelo ante la mirada divertida de los demás.<br />-Qué fuerza- le dijo- Anda, dame un abrazo- le dijo y Daniella sin dejar de sonreir la abrazó. Se separaron, Daniella más calmada.<br />-Ha sido revitalizador- Virginia le chocó la mano.<br />-Esa es mi chica- le dijo- Pensé que no te tirarías al final- le confesó.<br />-La lista es la lista-La Listahttp://www.blogger.com/profile/08110107973696022966noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8742142410432440139.post-62592901510990858302010-01-14T17:57:00.000-08:002010-01-15T01:06:53.962-08:00Tatuajes<div align="justify">Los primeros rayos de sol se colaron por el estertor de la ventana de Daniella. Con la claridad acariciando sus parpados, se despertó. Por un segundo, creyó que el día de ayer había sido parte del sueño pero no, el sobre del hospital permanecía en su mesa.<br />Se levantó y lo abrió, leyó el contenido y volvió a guardar la hoja en el sobre. Era real, seguía enferma.<br />Se desperezó lentamente y miró en su móvil la hora, eran las 7 a.m. Apenas había dormido un par de horas. Tampoco le preocupaba, el resto del tiempo que le quedaba no pensaba desperdiciarlo durmiendo. Vio que tenía un mensaje de Virginia, escrito a las 3 am. Decía así:<br />“Cielo, he recibido tu mail. Mira en tu bandeja de entrada, ya está la lista. Ven a las once a mi casa y te lo explico todo. Bss. Vir.”<br />Frunció el ceño, extrañada, no entendía una palabra. De pronto, recordó la dichosa lista. Encendió su ordenador y accedió a su cuenta electrónica. Efectivamente tenía un mail de su amiga, un documento adjunto, lo abrió y se paralizó al leer el contenido.<br />Prorrumpió en una sonora carcajada.<br />No podía parar de reír al leer los puntos de la lista, doce.<br />¿Cómo había sido capaz Virginia de seguir adelante con la idea?<br />Se detuvo un momento a pensar en ello, qué perdía. Nada, siempre llegaba a la misma conclusión, no perdía nada.<br />Se había pasado la vida entera calculándolo todo, midiendo cada emoción, cada acto, todo para conseguir un gran trabajo con un salario suculento y, después vendría lo demás. Viviría su vida como ella quería.<br />Pero todo eso ya era pasado, ahora debía cambiar su manera de actuar, no podía planear nada que no fuera vivir cada día como si fuera el último. Y allí estaban plasmados seis de sus sueños, los últimos que podría realizar, escritos en una ridícula lista, esperándola. Puede que esa fuera la última oportunidad que la vida le diera para vivir, vivir de verdad.<br />Imprimió el documento y guardó la hoja en el bolso. A las once estaba llamando al timbre de la casa de Virginia, nerviosa, increíblemente jovial. En esos momentos veía todo de manera distinta, sin obligaciones, sin metas que cumplir, sin expectativas sobre nada. Era como si se le hubiera caído una venda de los ojos, una venda que le había impedido apreciar todos esos años del valor de la vida.<br />Solo tenía un tiempo determinado y un final asegurado, y doce cosas que hacer con una de las personas más extrañas que jamás había conocido: su amiga Virginia.<br />-¡Cielo!-exclamó Virginia al abrirle la puerta. La abrazó. Ambas se quedaron así por unos segundos, algo incomodas, jamás se habían abrazado, ellas no eran así.- Lo siento, pensé que tenía que hacerlo. Ya está.- se disculpó Virginia separándose de ella.- Ha sido una estupidez de mi parte, no volverá a ocurrir.- Daniella se encogió de hombros sorprendida y algo sonrojada.- Pasa, pasa, no te quedes ahí, aun no he terminado de prepararme.- y ambas entraron al recibidor de la casa.- Subamos a mi habitación, el abuelo ha traído amigos y son muy plastas. Vamos.- subió las escaleras y Daniella la siguió en silencio.<br />La casa donde vivía Virginia era una de las mansiones más grandes y bonitas en las que Daniella había estado. Una despensa de aquella casa podía ser, fácilmente, lo que ocupaba su piso entero.<br />Constaba de tres pisos.<br />En el primer piso encontrabas dos salas de estar, una biblioteca, la cocina, dos cuartos de baño, el comedor, y daba acceso al jardín trasero donde también se podía disfrutar de una piscina.<br />En el segundo piso se situaban los dormitorios, cada uno con un baño para cada una de las habitaciones, ocho en total.<br />El tercer y último piso era el “refugio” de su abuelo. Un ático que estaba destinado para el despacho del padre y del abuelo de Virginia, donde nadie los molestara y donde podían evadirse del mundo entero, en especial del estrés que la dirección de su empresa familiar les generaba.<br />Aquella mansión fue construida para albergar a la amplia familia del patriarca. Pero una vez hubieron crecido sus hijos, la casa se fue vaciando.<br />Virginia y su padre se mudaron allí desde que la madre de Virginia, Sofía, enfermó, ya que Cristóbal no podía trabajar y cuidar a su mujer y atender a su hija, todo al mismo tiempo. Por lo que, desde hacía tres años, aquella mansión familiar, era el hogar de Virginia y no tenía mucha intención de mudarse, no hasta que encontrara alguna pista sobre el paradero de alguno de sus familiares biológicos, en Estocolmo.<br />La habitación de Virginia daba a la parte posterior de la casa. Tenía unas magníficas vistas al jardín trasero. Las paredes estaban pintadas de azul celeste y los muebles se combinaban en colores blancos y plateados. Se respiraba tranquilidad.<br />-Siéntate donde veas. ¿Quieres algo de beber? No tardaré más de diez minutos pero…- le ofreció Virginia mientras se perdía en su baño, para terminar de prepararse.<br />-No, tranquila, estoy bien.- le dijo mientras hurgaba un poco en la habitación de su amiga. Nunca había estado antes en ella.- ¿Y qué vamos a hacer?- preguntó elevando la voz para que Virginia la oyera. Observó que tenía varios libros sobre “Cómo aprender sueco”.- ¿Estás aprendiendo a hablar sueco?- dijo extrañada. Virginia apareció otra vez en la habitación, y buscó entre su armario su inseparable mochila bandolera, vieja y raída, decorada con infinidad de chapas.<br />-Am, a ver.- se colgó la mochila en su hombro derecho.- Sí, estoy aprendiendo sueco. Tengo que saber comunicarme con mis parientes.- dijo, como si se tratara de la obviedad más grande del mundo.- A lo de ¿Qué vamos a hacer? Mira en la lista, creo que la tengo en el ordenador.- le contestó.<br />-Tranquila, imprimí el documento.- dijo, sacando la hoja del bolso.- Aquí está.<br />-Bien, el primer punto.- rió Virginia divertida ante la expresión de horror que se dibujó en el rostro de Daniella al leerlo.<br />-¿Tatuaje?- gritó.- ¿Qué es esto?- dijo entre risas, le pareció divertido.<br />-Yo de ti no me reiría tanto.- le quitó la lista de las manos y cogió un bolígrafo de su escritorio.- Siempre he querido hacerme un tatuaje. He pedido hora para las once y media. Si no nos damos prisa, llegaremos tarde.<br />-Pero tú ya tienes al menos tres tatuajes.- exclamó Daniella.- No entiendo.- y observó a Virginia que tachaba de la lista el primer punto.<br />-Ya lo verás, impaciente.- y le entregó de nuevo la lista.- Recuerda, no puedes rajarte ahora.- y soltó una sonora carcajada.<br />Llegaron al estudio de tatuajes y preguntaron por un tal Marcos, era amigo de Virginia y el autor de sus tres tatuajes. Marcos era diestro con lo que hacía, un autentico artista, Virginia siempre había quedado satisfecha con su trabajo y decidió confiar de nuevo en él.<br />-Marcos.- le saludó Virginia efusivamente. Marcos le dio un sonoro beso en la mejilla.<br />-Nena, ¿qué tal? Me sorprendió tu llamada de ayer. Tu abuelo te va a desheredar cuando vea tanto tatuaje en tu cuerpo.- bromeó divertido.- Aunque me tienes en ascuas, no me dijiste la idea que tenías.<br />-Ya somos dos.- intervino Daniella, algo asustada con tanta aguja y fotografía de tatuajes. Ella jamás se había planteado hacerse tan siquiera uno, y allí estaba, en un estudio de tatuajes.- Hola, por cierto, soy Daniella.<br />-Sí, ella es la amiga de la que te hablé.- les presentó Virginia.- Dani, él es Marcos, tranquila es de confianza, ya verás como apenas te enterarás.- sonrió malévolamente.- Bueno, veamos, tengo aquí el boceto de mi idea.- y rebuscó por su bandolera.- Aquí está.- dijo triunfal y extrajo una hoja cuadriculada.- Más o menos, no es que sea una artista. Ten, mira a ver qué puedes hacer con esto. Para las dos, en el brazo, aquí.- y se señaló el sitio exacto donde quería hacérselo.<br />-Vale. Quitaros la camiseta, veamos que puedo hacer.- y desdobló la hoja. Daniella no pudo ver qué era.- ¡Por dios!- exclamó entre risas, mirando desconfiado a Virginia.- ¿Es en serio?- Virginia asintió mientras se acomodaba en una butaca.<br />-Ya lo creo.- rió con Marcos. Daniella los mirada asustada.- Quiero que lo hagas a la vez, quiero decir, que lo hagamos a la vez, el tatuaje.- pidió Virginia.- Quizá Rob pueda ayudarte, el diseño no es muy difícil.<br />-No habrá ningún problema.- accedió Marcos mientras garabateaba sobre el diseño de Virginia para perfeccionar algunos matices.- Siéntate aquí, Daniella, yo mismo te lo haré.- le dedicó una sonrisa.- ¡Rob! ¡Ven!.- gritó. Del fondo del estudio apareció el tal Rob, extrañado.- Quiero que me ayudes. Tatúa esto a Vir, anda.- Rob saludó a Virginia y, tras mirar el diseño prorrumpió en una sonora carcajada.<br />-Perdón, perdón.- dijo entre risas.- No sé si podré hacer esto.- y se apoyó en los hombros de Virginia.- ¿Pero qué mierda es esa? Creo que ya ni se lleva. Me niego.- exclamó divertido.- Esto ha sido idea tuya, fijo.- dijo señalando a Virginia.- Tu amiga parece más inteligente que tú.<br />-Pues sí ¿algún problema?- le reprochó a su amigo.- Ha sido mi sueño desde que deseé tatuarme el cuerpo. Pero nunca he tenido el, ¿cómo decirlo? Valor para hacerlo.- y estalló en otra carcajada. Marcos y Rob la imitaron, ante la confusión de Daniella.- Pero que no se entere la inteligente.- dijo, señalando con la cabeza a Daniella.- Que tiene que hacérselo también. Digamos que es una apuesta.- Marcos y Rob asintieron y se pusieron a la labor.<br />-¿Es la primera vez que te tatúas?- le preguntó Marcos a Daniella mientras preparaba el instrumental.<br />-Sí, la verdad. Estoy algo nerviosa.- dijo mientras un escalofrió le nacía de la nuca y le recorría todo el cuerpo.<br />-Bueno, tranquila, igual te duele, mucho o poco, eso depende de la persona pero, si has decidido hacer una apuesta así con la canija esta, debes de ser muy valiente.- y le dedicó una mueca a Virginia que fingía hacerse la ofendida al oírlos.- Veamos, al principio te resultará muy incomodo tanto pinchacito pero si no piensas en ello, cuando te quieras dar cuenta ya estará hecho.- le guiñó un ojo.<br />-Si tú lo dices…- dijo con desconfianza Daniella.<br />-Dejad de cuchichear.- les interrumpió Virginia.- Anda Dani, mírame a mí todo el rato, no quiero que veas el tatoo, quiero que sea una sorpresa. Hablemos de cosas y así estarás entretenida. Pero no te muevas, que tú capaz, y luego sí que será una obra de arte.- y dejó escapar una sonora carcajada.<br />-Vale, te miro.- notó las frías manos de Marcos al contacto con su piel, a pesar del látex que las cubría. La parte del esbozo del dibujo fue gratificante- Espero que no me duela, porque…- comentó. De pronto notó un pinchazo, en una fracción de segundo, y otro que le sucedió.- ¡Auch!<br />-Que me mires pesada.- le aconsejó Virginia que parecía no inmutarse con los pinchazos.- ¿Sabías, Marcos, que mi amiga es arquitecta? Bueno, está estudiando la carrera y es la primera en su clase.- les informó a los jóvenes.<br />-¿Sí? Siempre quise conocer a una. No sabía que una chica tan guapa pudiera dedicarse a eso, tanto número y tal. ¿Te gustará dibujar también, no?- le dijo. Sus miradas se cruzaron por un instante y ella se sonrojó. Marcos era muy atractivo, a pesar de la infinidad de tatuajes y piercings que decoraban su cuerpo.<br />-Bueno, no sé qué decir ¿Qué piensas que somos? Unos bichos feos adheridos a una silla, lápiz y calculadora ¿no?- Marcos estaba concentrado en el diseño y no despegaba sus ojos del brazo de Daniella.<br />-Yo sí.- intervino Rob, Virginia se rió.- La verdad, no te pega. Eres más de las que estudian magisterio y se dedican a los niños y todo eso.- dijo entre dientes.<br />-Como se nota que no la conoces.- le contestó Virginia.<br />-Bueno, es que da el prototipo, es muy guapa y se nota que es muy buena gente, pero esta gente cándida y muy, no sé, no te ofendas, pero muy maternal de estas cursis y tal.- seguía opinando Rob.<br />-¿Y eso qué tiene que ver? No creo que haya un prototipo físico o psicológico para estudiar arquitectura.- Daniella hizo ademán de encogerse de hombros pero Marcos se lo impidió.<br />-No te muevas.- le reprendió.- Aunque en eso estoy de acuerdo contigo, Daniella. Sí es guapa y parece muy bondadosilla, pero sí la chica es lista y de números entiende, pues, adelante ¿no?- Daniella asintió.- Lo que le pasa a Rob es que le gustan las chicas guapas, pero cuando las ve más inteligentes que él se achanta, y el muy bobo piensa que las de magisterio son idiotas. De ahí que ligue tanto.- ironizó. Daniella miró a Rob, no era tan guapo como Marcos, y parecía algo superficial, pero tenía buena fe en lo que decía.<br />-Oye, que me alegro de que la chavala estudie arquitectura. Ya te llamaré para que me hagas la casa.- bromeó. Todos se rieron de su simplicidad.<br />Al principio Daniella, cuando se sentó en aquel taburete, frente al instrumental, cuando vio las manos de Marcos sobre su brazo y notó las punzadas, sintió miedo y algo de pánico, pero se acostumbró minutos después al dolor y la conversación amenizaba el rato.<br />Ver a Virginia hablar con ellos, haciéndose el tatuaje, consolándola cuando creía que lo estaba pasando mal, redescubrió a una persona distinta en ella. Sin corazas ni comentarios superficiales, sin desintereses ni desaires. Virginia, en aquel estudio, con la compañía de aquellos dos jóvenes amigos suyos, era una persona divertida, despreocupada, libre, sin silencios que ocultaban secretos, ni pretensiones que no le llevaban a ningún lado. Quizá, pensó Daniella, todos habían juzgado mal a Virginia por el simple hecho de no conocerla, no como lo estaba haciendo ella.<br />En el tiempo que duró la elaboración del tatuaje, se olvidó por un instante del diseño misterioso. Marcos le cubrió la zona tatuada con un apósito, cuidadosamente, y les informó de las indicaciones que debían seguir hasta que la piel absorbiera el tatuaje.<br />Salieron del estudio y se dirigieron al centro. Caminaron mientras Virginia le contaba anécdotas de sus dos amigos, y Daniella olvidó en esas horas su maldita enfermedad. Por inverosímil que pareciera, estaban pasando un rato agradable, solo ellas dos.<br />-¿Te ha dolido mucho?- quiso saber Virginia mientras entraban en una tienda de ropa.<br />-Al principio no te voy a negar que no, me dolía bastante. No sé cómo no me he quejado o me he desmayado, o he gritado y he salido corriendo. No es muy propio de mí hacerme tatuajes.- Virginia asentía entre risas.- Pero no sé si por Marcos y Rob, o por estar ahí hablando contigo y mirarte, o quizá por la maldita enfermedad que me está haciendo ver las cosas de otro modo, hasta he disfrutado.- Virginia se detuvo y le miró fijamente a los ojos.<br />-No, Dani, no ha sido por eso. Ha sido la lista.- y ambas se sumieron en un silencio profundo, cargado de palabras mudas que hablaban por su mirada. De pronto comprendieron la unión que habían establecido entre ambas.- Aunque aun te queda por ver el diseño. Ven, vamos a los probadores, no puedo esperar más.- y cogió de la mano a su amiga y la arrastró hasta un probador.<br />Una vez dentro, se quitaron las camisetas con cuidado. Virginia le despegó con dulzura el apósito del brazo a su amiga y la invitó a que se viera en el espejo.<br />Daniella, nerviosa, inquieta, temerosa de ver qué se había tatuado, vio con espanto y, a la vez, con admiración su reflejo. Luego miró su brazo y otra vez su reflejo.<br />Entendió por qué Rob se había negado en un principio a tatuar aquello. Entendió por qué Virginia había elegido aquello como deseo de la lista. Entendió las carcajadas de los tres en el estudio de tatuajes. Y, como ellos lo habían hecho, no supo otra cosa que hacer que reír. Una risa nerviosa se adueñó de cada poro de su piel y le provocó retorcerse de risa, saltándose las lágrimas de sus ojos.<br />Aquello era inverosímil. Virginia le miraba con expectación. Intentó serenarse y mirar otra vez aquel tatuaje pero, la risa volvió a ser la protagonista.<br />-¿Qué? ¿Qué te parece?- preguntó Virginia algo intrigada.- No te rías tanto y dime qué te parece.<br />-¿Importa ya lo que me parezca?- le contestó entre risas Daniella.- Ya está tatuado.- y soltó otra carcajada.- ¿Se puede saber en qué pensabas? Está claro que me quieres bien poco.- y le dio un pellizco en el costado derecho.<br />-Bueno, ya te dije, siempre quise hacerme uno y qué más da ahora.- se contagió de la risa de su amiga y destapó su tatuaje también para observar el resultado de la obra.- No me digas que no son bonitos.<br />-No.- negó con rotundidad Daniella.- Pero, créeme, originales van a ser un rato. Esto dejó de llevarse hace mucho. Es más...no sé de horteras…- no podía dejar de verlo.- Pero bueno.- se indignó.- Al menos es osado, valiente, no sé… ¿estúpido?<br />-Y quién dice lo que es o no estúpido, valiente u hortera ¿eh?- le contradijo Virginia.- Ahora tenemos el mismo tatuaje, y no será por mucho tiempo, tranquila.- ambas se miraron y juntaron sus brazos para verlos juntos en el reflejo del espejo del probador.<br />Un corazón rojo, con alas verdes, y cruzando el corazón una banda ausente de color y en ella grabado el nombre de la otra.<br />-Tengo tu nombre.- afirmó Daniella.- Un corazón rojo con alitas y tu nombre.- negaba una y otra vez la cabeza.- Esto solo sale en las películas…- dijo divertida mientras los contemplaba.<br />-Y yo tengo tu nombre.- añadió Virginia con una sonrisa en los labios.- Y, para que lo sepas, pudo haber sido peor.- le advirtió.<br />-¿Peor?- Daniella enarcó una ceja.<br />-Sí, en mi idea original, mi deseo, era en un cachete del trasero.- y ambas prorrumpieron en una sonora carcajada.- A que ahora no piensas que te odio tanto ¿eh?<br />-No, menos mal.- Daniella abrazó a su amiga, un acto que le salió institintívamente.- Esta es la mayor locura y el mejor gesto de cariño que alguien haya hecho por mí. Gracias.<br />-¿Te refieres a tener mi nombre en tu brazo? Sí, eso además de locura es tener buen gusto.- bromeó Virginia confundida por el abrazo.<br />-No, tonta.- se separó y le cogió con las manos sus mejillas, se le humedecieron los ojos.- Me refiero a pensar en tonterías como esta que me hacen olvidar la peor cosa que jamás me había pasado hasta ahora. Por unas horas me has hecho olvidarme de mi desgracia, eso no sé cómo agradecértelo.- una lágrima tímida resbalo por su mejilla.- Gracias, Virginia.<br />-Bueno, agradéceselo a la lista.- Virginia se conmovió por las palabras de su amiga.- Gracias a ti por acudir a mí, por confiar en mí y no hacer como el resto, dejarme a un lado y pensar que no siento las cosas o no soy capaz de asumir y resolver los problemas de los que me importan.- se sinceró con ella.<br />- Lo sé, ahora sí lo sé.- y le dio un dulce beso en la mejilla.- Bueno, no tenemos mucho tiempo.- dijo quitando hierro al asunto, disipando la melancolía que comenzaba a revolotear por su corazón.- ¡Vamos a por el siguiente punto de la lista!<br />-¡Vamos a por él!- gritó eufórica Virginia.- Por cierto, ¿cuál es?- quiso saber mientras se acomodaban los apósitos y las camisetas y salían del probador.<br />-No lo sé. Déjamelo mirar en la lista.- y desplegó la hoja donde estaba impresa.- Ajá, esto creo que mejora lo anterior.<br />-Claro, está todo pensado.- Virginia le dio un codazo cariñoso a su amiga.- Lo bueno se hace esperar, y esto solo es el principio.<br />Salieron del centro de la ciudad y se dirigieron a la parada más próxima del bus urbano para llegar a la casa de Virginia y poderse preparar para el siguiente reto que les deparaba la lista.<br />-Llamaré a mi madre y le diré que hoy me quedo a dormir en tu casa ¿vale?- Virginia le miró sorprendida.- No quiero romper la magia de este momento, mi alegría temporal, no quiero llegar y mentirles y fingir que no pasa nada, porque eso me recuerda más que me estoy muriendo. Sin embargo, contigo no tengo que mentir, y eso lo hace muy llevadero.- le confesó. Sí, estaba huyendo, quizá hasta de sí misma, pero no le importaba, porque sabía que de algo sí que no podía huir: de la muerte. Pero podría prolongar la agonía y el dolor que ello conllevaba.<br />-De acuerdo.- Virginia no supo qué decir, imaginaba por lo que estaba pasando su amiga. Se preguntó si realmente hacía lo correcto, ser cómplice de aquella mentira, si realmente la estaría ayudando o solo contribuía al engaño en el que Daniella se empeñaba en vivir.- Estará bien, aunque estamos batiendo records.- le apuntó.- Nunca hemos pasado tanto tiempo juntas.- y una sonrisa se dibujó en sus labios, más bien forzada pues el motivo de ello era la tragedia de su amiga.<br />-Sí, es extraño ¿verdad?- le dijo Daniella pensando en las palabras de su amiga.- Hasta a mi madre le extrañará pero, ya soy mayorcita y en mi casa hay mucho alboroto ahora que los enanos han acabado el cole.- se excusó.- ¿No causaré molestias con tu padre o tu abuelo no?- quiso saber al pensar mejor en la idea.- Virginia negó con la cabeza.<br />-Mi padre está fuera, negocios.- se encogió de hombros.- Y a mi abuelo siempre le has encantado. Así que no se hable más, vayamos a mi casa, mañana nos espera un arduo día. Mañana nos espera otro deseo de la lista.- y ambas rieron para sí, mirándose de manera cómplice.</div>La Listahttp://www.blogger.com/profile/08110107973696022966noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8742142410432440139.post-79701399498207304852010-01-12T05:15:00.001-08:002010-01-14T17:58:41.649-08:00Prólogo<div align="justify">Era un día nublado de principios de verano. La gente iba y venía por las calles pero ella apenas prestaba atención. Su mente estaba en blanco, sus pies caminaban autómatas por la calzada y sus ojos se inundaban en lágrimas invisibles.<br />Hace unos días que había acabado los exámenes de la universidad. Estaba estudiando arquitectura, el sueño de toda su vida, y debía esforzarse al máximo por conseguir las mejores notas o no obtendría la beca que permitía sufragar su carrera. Ahora todo carecía de sentido.<br />Después de exámenes se había encontrado mal. Pensó que quizá era por el sobresfuerzo que los exámenes le habían provocado, pero se equivocaba. Decidió ir a Urgencias y de allí le mandaron a distintos especialistas. Estuvo una semana en el hospital, explicando a distintos profesionales sus síntomas y sufriendo distintas pruebas con el fin de dictaminar una explicación a su malestar.<br />Se enjugó sus lágrimas y alzó un momento la vista, escapando del vacío de sus pensamientos, de la angustia que nacía en su pecho. Deslizó las yemas de su mano derecha por el sobre que encerraba el dictamen médico definitivo. Tan siquiera quería leerlo otra vez, no entendía una sola palabra escrita en ese papel. El Doctor Mejía le había explicado con exactitud su situación, con tan solo pronunciar unas palabras todo su futuro se había truncado, su manera de ver la vida se había distorsionado y ya no encontraba ni la fe que tanto caracterizaba en su manera de ser.<br />-Eres Daniella Martínez Carrasco ¿no es así? Veamos, Daniella. Tienes 23 años…-comenzó diciendo el Doctor mientras leía el informe que Daniella le facilitó y examinaba los resultados que le habían llegado del laboratorio.<br />Apenas recordaba las palabras exactas, ella solo estaba pendiente de un resultado, ansiosa, con el corazón en vilo, aturdida por la mordacidad de un presentimiento que se adhería a la boca de su estomago. Solo conseguía oír los latidos de su corazón galopando en sus tímpanos y entonces lo oyó, su sentencia final.<br />-Siento decirte, Daniella, que no hay cura. Es una enfermedad muy extraña, para serte claro, un muy bajo porcentaje de la sociedad mundial la padece y bueno, aquí en España no hay especialistas. Sin embargo podría facilitarte los datos de médicos en el extranjero que la tratan.- Daniella le miró atónita. No había cura, esas palabras resonaron en su cabeza, pesadamente.<br />-No hay cura. No entiendo.- dijo con voz entrecortada. Su rostro se tornó pálido y la respiración comenzó a faltarle.<br />-No quiero ser brusco pero, te estás muriendo. Quizá dispongas de unos meses de vida pero, te estás muriendo. Es absurdo negarlo o engañarte.- le dijo el Doctor. Aquella joven de cabellera morena y larga, ojos claros, mirada dulce y soñadora padecía una enfermedad terminal, sintió compasión de ella, frustración por no poder ayudarla.- Le diré a mi secretaria que te facilite los datos.- le dijo mientras escribía algo en un papel. La joven parecía no reaccionar.- ¿Quieres que llame a alguien?- le preguntó.<br />-No, no. No hace falta.- negó con la cabeza. Unas lágrimas resbalaron por sus mejillas. Se moría y no podía detenerlo. Era inverosímil, pensó, debía de haber una confusión.- Yo, me…- no pudo terminar la frase.<br />-¿Seguro que no quieres que llame a nadie?- insistió el Doctor, en unos momentos como ese la gente debía estar arropada por el cariño de los más allegados, y más ella, una joven que tendría unos meses más de vida a lo sumo.<br />-No.- dijo con rotundidad.- Debo irme, tengo compromisos.- se levantó torpemente de la silla y se dirigió hacia la puerta.<br />Necesitaba aire, necesitaba respirar, escapar de aquel maldito despacho y de la presencia de su verdugo.<br />-Está bien.- le contestó preocupado. Normalmente la gente reaccionaba de manera distinta pero aquella joven debía ser fuerte o debía estar demasiado confundida en esos momentos.- Necesitas tiempo para asimilarlo. Ven cuando quieras o llámame si necesitas algo o surge alguna complicación. Estoy aquí para lo que necesites.- se levantó y se dirigió hacia ella, rozándole cariñosamente el hombro. La joven le miró con una profunda tristeza en los ojos y asintió.- Buenos días, Daniella.- la joven se marchó sin apenas despedirse, con los resultados en la mano, consciente de su terrible destino.<br />Ahora, Daniella caminaba sin rumbo fijo por las calles, sin saber qué hacer o qué decir. Parecía estar en una pesadilla de la que ansiaba despertar pronto. Siempre había soñado con ser alguien, había calculado su vida al milímetro y había luchado por ello.<br />Su vida había transcurrido en la tranquilidad de un barrio humilde y obrero, con una familia unida y de valores. Era la hermana mayor de cinco vástagos, sus padres habían trabajado mucho para inscribirla en uno de los mejores colegios privados de la ciudad y ella les había compensado con excelentes resultados. Según sus planes, conseguiría ser la primera en su curso y su visión para la arquitectura le permitiría sacar a su familia de las dificultades económicas en las que vivía y podría vivir la vida que tanto ansiaba.<br />Desde muy pequeña conoció del hechizo de la riqueza. Sus compañeros de escuela provenían de las familias adineradas de la ciudad y sabía cómo funcionaba ese mundo. Con su carácter consiguió ganarse la confianza y el cariño de la gente, sin olvidar nunca sus orígenes ni avergonzarse por ello.<br />Desde el colegio estableció una sincera amistad con cinco compañeras, desde entonces eran inseparables.<br />Lucía, Alba, Clara, Cristina, Virginia y ella, juntas, como los tres mosqueteros, habían crecido, habían llorado, habían probado los regalos y las amarguras que la vida te da, juntas, siempre juntas.<br />El hecho de que Daniella proviniera de una familia humilde jamás pareció disgustar a sus amigas. Por el contrario, siempre habían sentido curiosidad y fascinación por su familia y por ella, Daniella era distinta a todas ellas, nunca se avergonzó de quien era ni había vivido por encima de sus posibilidades.<br />Cuando empezaron la carrera, Lucía, Alba, Cristina y Clara se fueron de la ciudad para seguir sus estudios, pero la relación entre las seis amigas no se enfrió. Aunque apenas se veían en verano y festivos, siempre conseguían la manera de mantener un intenso contacto entre ellas. Por lo que Virginia y ella se quedaron en la ciudad.<br />De las cinco, Virginia era con la que menos había tratado. Quizá porque sus personalidades eran las más dispares, quizá porque Virginia siempre parecía tener una excusa para no quedar con ellas, siempre parecía distraída con el mundo entero, preocupada tan solo por ella misma.<br />Virginia era una joven alocada, disfrutaba de la comodidad de su vida, su abuelo era un rico empresario y era hija única, siempre mimada y consentida. Cuando cumplió 18 años, sus padres decidieron desvelarle un gran secreto que pesaba en la familia: ellos no eran sus verdaderos padres. La joven no supo cómo afrontar tal noticia, el hecho de ser adoptada melló en su autoestima y renegó de todo lo que conocía. Comenzó a obsesionarse por su verdadero origen, su verdadera familia, para poder definir su verdadero yo. De lo poco que pudo averiguar, consiguió descubrir que sus padres eran inmigrantes de Suecia, escaparon de Estocolmo y encontraron un trabajo en el servicio de su familia. Desgraciadamente, sus padres murieron en un accidente de tráfico y el matrimonio decidió adoptar a la pequeña niña que tan solo contaba con semanas de vida, por aquel entonces. Cristóbal y Sofía, que es así cómo se llamaban los padres adoptivos de Virginia, volcaron todo su amor y dedicación en la crianza de la joven y jamás se arrepintieron de su decisión. Pero la desgracia asomó otra vez por la vida de Virginia, hace tres años a Sofía le detectaron un cáncer de garganta. Todo ocurrió muy rápido, desesperante, trágico. La madre entró en coma y murió dos años después. Virginia perdió toda esperanza sobre la vida y decidió esconder sus sentimientos y su corazón en un sitio oculto y lejano del dolor. Estuvo tres meses sumida en un mutismo ininterrumpible, apenas salía de casa o se relacionaba con nadie, solo se dedicó a su carrera y a estudiar sueco. Tan solo le quedaba la esperanza de reencontrarse con los suyos y poder empezar de cero con su familia auténtica, alejándose de los malos recuerdos.<br />Así era Virginia, recordó Daniella. Quizá ella era la indicada.<br />Buscó su teléfono móvil en su bolso de mano y marcó el número. La voz de Virginia le sorprendió, con su tono dulce y alegre.<br />-Hola, hola.- le saludó Virginia al otro lado del auricular. Le extrañó la llamada de su amiga.- ¿Qué pasa?<br />-Eh, hola. Nada, no pasa nada. ¿Qué tal?- le contestó Daniella de manera atropellada. Sentía ganas de llorar, de gritar al mundo entero, quería desahogar su rabia con alguien pero no quería, mejor dicho, no podía destrozar a su familia con tal noticia. No estaba preparada, no al menos ese día.<br />-Bien. Aquí ando en la piscina de mi casa ¿Y tú?- le preguntó con desinterés Virginia, mientras añadía un par de cubitos de hielo a su vaso de zumo de naranja, recién exprimido.<br />-En la calle.- dijo secamente. Guardaron silencio durante unos segundos, sin saber qué decirse.<br />-Oye ¿te pasa algo?- interrumpió Virginia el silencio, incómoda.<br />-No.- una lágrima deslizó por su mejilla y contuvo un sollozo.- ¿Puedes quedar esta tarde?- Virginia se extrañó, nunca habían quedado solas, siempre lo habían hecho con el resto de las chicas, pero asintió.- Vale, esta tarde a las cinco en el sitio de siempre.- y Daniella colgó el teléfono.<br />No estaba muy segura de qué quería hacer. El hecho de saber que apenas le quedaba tiempo de vida y tener una enfermedad terminal desconocida para la ciencia le asustaba. De pronto todo parecía carecer de sentido. Era la primera vez en su vida que no sabía qué dirección tomar. No tenía el coraje para enfrentarlo. Se dirigió a su casa, debía conseguir algo de fortaleza para poder disimular. No les diría nada, no podía. Lo que menos quería es ver a la gente llorar y tener que consolarles. No tendría la fuerza para ello. Por algún extraño motivo, su inconsciente aun guardaba una esperanza de que todo aquello fuera un error, un terrible error médico, que ella no se estuviera muriendo y no tuviera opciones de salvarse. ¿Por qué a ella? ¿Por qué justo en ese momento? Era joven y no había hecho nunca mal a nadie, ¿por qué entonces la suerte le deba la espalda de manera tan grotesca, se burlaba de ella y le castigaba así?<br />Comió en su habitación, excusándose con el resto de su familia por tener un “terrible dolor de cabeza”. No podía ni mirarles a la cara, jamás había sabido mentir. Miró con ansia el reloj y a las 4:45 se dirigió apresurada al lugar donde se habían citado, sin esperar nada de todo ello.<br />Virginia, Virginia, repitió una y otra vez el nombre de su amiga mientras la esperaba sentada en una mesa de la cafetería dónde siempre quedaban, desde que eran adolescentes. De todas sus amigas ¿por qué la había llamado a ella? Aun no sabía por qué. Lucía era quien siempre escuchaba a todas y quien daba mejores consejos, podría haberla llamado pero, no quería herirla a ella también, no podía. Puede que hubiera llamado a Virginia porque de todas las personas que tenía en su vida y con las que compartía algo de confianza, Virginia era con la que menos trato había tenido. Siempre tan superficial y tan extraña. Incluso la desgracia de su madre adoptiva la llevó en silencio, sin apoyarse en nadie. Quizá ello le había empujado a acudir a ella, Virginia no haría un drama de todo ello, al menos no tendría que consolarla, pensó.<br />Apareció diez minutos después, siempre con su aspecto tan radiante. Su cabellera era castaña, aún con resticios de mechones color rubio platino, de cuando decidió teñirse el pelo entero de ese color para parecer más sueca, ondulado, que contrastaba con el oscuro de sus pupilas. Era alta y de cuerpo atlético, siempre con una sonrisa traviesa en sus labios.<br />De todas sus amigas, ella era la que menos interés ponía a la moda, daba igual si llevaba un pantalón azul marino y lo combinaba con una chaqueta marrón y un niqui verde, a ella le quedaba bien, no le preocupaba las opiniones de los demás, así era Virginia.<br />-Ey, ¿llevas mucho esperando?- le preguntó mientras dejaba su mochila bandolera encima de la mesa. Daniella negó con la cabeza.- Bien, pensaba que había llegado tarde y sé que odias la impuntualidad. Lo siento.- y dejó escapar una carcajada.- ¿Has pedido ya?- Daniella volvió a negar con la cabeza.- Supongo que estabas esperándome, iré a pedir.- se desabrochó la chaqueta de color rojo que cubría su cuerpo y la dejó encima de su bolso.- Por dios, qué calor hace. Bueno, qué quieres, invito yo.- le guiñó un ojo. Daniella se encogió de hombros.- Sí, estás hoy muy habladora.- le miró extrañada. Daniella bajó la mirada y se sonrojó. No debió haber acudido a Virginia, fingiría que no le pasaba nada, había sido un error llamarla.- Te pediré lo de siempre, una Coca-cola ¿vale?- Daniella asintió aliviada y vio a su amiga caminar hacia la barra.<br />¿Qué pretendía? ¿Hacer como si fueran las mejores amigas del mundo y confesarle que iba a morir dentro de dos o tres meses como mucho? Era cruel, incluso para la propia Virginia. Desde lo de su madre, Virginia se había esforzado por disipar cualquier tragedia de su vida, no le perdonaría el ser la primera y única persona a la que le confiaría su secreto, su desgracia.<br />Virginia llegó con dos vasos de Coca-cola en la mano. Se acomodó en una silla y sorbió un poco de bebida.<br />-Qué sed traigo.- le sonrió pero Daniella no correspondió tal sonrisa.- ¿Qué te pasa? Me estás poniendo nerviosa.- Daniella guardó silencio.<br />Un grupo de niños entraron con sus madres gritando y riendo. Daniella se fijó en ellos, una punzada de dolor le golpeó en el pecho al ver tanta vida en ellos. Siempre había querido tener hijos, muchos, ser como su madre y profesarles un cariño extremo y educarles como sus padres lo hicieron con ella. Ahora sabía que jamás podría hacerlo. Contuvo las lágrimas y suspiró hondo. Virginia le miraba fijamente, comenzaba a impacientarse. Se mordió el labio inferior y estudió sus posibilidades. O le contaba a Virginia qué pasaba o se marchaba a casa y se lo contaba a alguien más. Estaba segura de no poder guardar más silencio, necesitaba desahogarse con alguien. Dudó un momento e hizo ademán de levantarse de la silla, quería salir corriendo de allí, debía hacerlo. Pero no pudo, miró a su amiga y no pudo.<br />-Verás Virginia, yo…- comenzó a decir. Tenía que ser valiente.- Yo no sé cómo decirte esto pero…- Virginia la interrumpió.<br />-Te pasa algo.- afirmó un tanto incómoda. No le gustaba escuchar los problemas de los demás, ni tan siquiera los de Daniella, la perfecta y cándida Daniella.- Te pasa algo y me has llamado. ¿Por qué?- le inquirió.<br />-¿Por qué?- se extrañó Daniella. Sí, Virginia siempre le sorprendía.- No sé, se supone que somos amigas.- se encogió de hombros.<br />-Ya pero…Ambas sabemos que cuando se tiene un problema se llama a Lucía, no se queda con Virginia. Recuerda, soy una negada para resolver problemas.- le dijo intentando escurrir el bulto.<br />-Bueno, es verdad.- le contestó ofendida por la sequedad de Virginia.- Pero eres la única que está en la ciudad y es un problema que no puedo contarlo por teléfono.- cogió el móvil y comenzó a juguetear con él nerviosa. Sería mejor que se marchase y llamara a Lucía. Sería lo mejor.<br />-Ah, bueno. Si es por eso.- Virginia miró a su amiga, debía ser grave el problema para que acudiera a ella. Daniella siempre había estado ahí, incluso cuando su madre murió. Se merecía una oportunidad, al menos fingiría escucharla e intentaría ayudarla en lo que pudiera.- Vale, dispara.- le dijo insegura.<br />-Disparo.- un nudo en la garganta le impidió seguir hablando. Cómo le dices a una persona que te estás muriendo pero no quieres que nadie lo sepa. Cómo le dices que no quieres morir en un hospital. Cómo le pides a una persona, nula para las emociones humanas, que te salve de esa situación y te aporte algo de fortaleza y comprensión.- Disparo.- volvió a repetir buscando las palabras indicadas. No podía. Pasaron dos minutos de reloj en silencio. Virginia esperando a su amiga, Daniella esperando un milagro.- Me estoy muriendo.<br />-¿Perdón?- Virginia le miró atónita, insegura de lo que acababa de oír.- ¿Qué has dicho?- y como si de un torbellino se tratara, las palabras fluyeron por los labios de Daniella y le confesó lo que tanto le quemaba en el alma.<br />-Hoy he ido al médico y me han diagnosticado una enfermedad incurable, terminal. Me ha dicho que quizá tenga dos o tres meses de vida, cinco si sigo un tratamiento en el extranjero ya que aquí, en España, no hay especialistas. No puedo costearme el tratamiento, sabes que mi familia no tiene dinero. No quiero morir en un hospital, creo que tú eres la más indicada para entenderme, nunca quisiste esa muerte para tu madre. Tampoco se lo quiero decir a nadie, no quiero la compasión de los demás, no la soportaría, no al menos de momento. Aun estoy digiriendo que voy a morirme dentro de meses y…- Virginia la interrumpió confundida.<br />-Alto, alto. Más despacio. No puedes escupirme tanta información en un momento.- ¿se moría? ¿Estaba confesándole que se moría?- No sé qué decirte yo…- aquello le pilló de improvisto.- ¿Soy la primera persona a la que se lo dices?- Daniella asintió y las lágrimas se desataron de su alma y cayeron en cascada por sus mejillas. Ya no podía contener más tanto dolor y rabia.- ¿Por qué?- gritó Virginia- ¿Por qué de todas las personas que tienes en tu vida me lo cuentas a mí, y la primera?- Daniella se quedó paralizada.<br />-¿Eso es lo que te importa? Que te lo cuente a ti, no que me esté muriendo.- Virginia no supo qué responder.- Eres una egoísta. Me estoy muriendo. Me has oído. Muriendo.- le gritó histérica. Cuanto más alto lo decía, más dolor sentía, la verdad era una carga que pesaba cada vez más.<br />-No me malinterpretes, Dani. Yo es que…Sabes que soy una atrofiada sentimental, nula para estos rollos y desgracias, soy una insensible. Desde lo de mi madre…- calló, por miedo a seguir estropeándolo. Miró a su amiga, no podía ser cierto. Parecía tan saludable.- ¿Es cierto? ¿De verdad está pasando esto?- Daniella asintió, hundiendo su cara en sus manos.- Hablaré con mi abuelo, podrá costearte el tratamiento, no te preocupes.- Daniella le fulminó con la mirada.<br />-No te he llamado para que tu abuelo me de su limosna, Virginia.- sentía ira y la estaba pagando con su amiga.- No necesito su compasión, ni la tuya.- gritó.<br />-Vale, si no quieres mi ayuda. ¿Por qué me has llamado?- le preguntó confundida. No sabía cómo ayudarle.<br />-No lo sé. No lo sé.- y se aclaró la garganta con un largo trago de Coca-cola.- No lo sé, Virginia.<br />-¿Y qué vas a hacer? Si no quieres tratamiento… En serio, mi abuelo lo hará encantado. Ojalá pudiera haber mantenido a mi madre más tiempo a mi lado…- la voz se le quebró, pero ocultó su tristeza, no podía dejar que Daniella la viera triste, necesitaba verla fuerte y optimista.<br />-Lo sé, y por eso mismo te pido por favor que no le digas nada a nadie nada, ni hagas nada. No quiero el tratamiento. Si supiera que hay una posibilidad de salvarme, lo haría, pero no la hay.- afirmó.<br />-Pero ¿por qué estás tan segura? La medicina no es una ciencia exacta.- Daniella apartó la mirada de su amiga, fijándose en el grupo de niños que devoraban un paquete de patatas fritas entre risas y bromas.- Además, tú misma has dicho que la enfermedad es muy poco conocida, no sabes si puedes ser la excepción.- daba golpes a ciegas, no sabía cómo consolarla ni qué hacer. Aun no se creía que su amiga pudiera estar enferma.<br />- Es terminal, Virginia. Voy a morirme antes de que acabe el año.- Virginia le cogió de la mano instintivamente y la apretó con fuerza.- Eso no va a cambiar, voy a morir. Pero sí puedo cambiar mi manera de hacerlo.- Virginia le miró extrañada.<br />-¿Qué quieres decir?- vio un brillo extraño en la mirada de Daniella, algo tramaba.<br />-Voy a suicidarme, llegado el momento. No sé, fingiré hasta que no pueda más, es lo menos doloroso y traumático para todos.- de pronto sintió que empezaba a tener las cosas más claras.- Sí, eso haré.- exclamó con seguridad.<br />-¿Suicidarte? ¿Ese es tu brillante plan? No decírselo a nadie y ¡Zas! Matarte.- estalló en carcajadas, sin comprender a su amiga.- Sí, lo menos doloroso y traumático, pero para ti, Dani, no te engañes.- le soltó la mano y agarró su vaso de Coca-cola con fuerza. Sentía ganas de llorar.- Todos nosotros afrontaremos tu muerte, eso no cambia. Pero creo que al menos deberían tener la oportunidad de saber lo que pasa, tu familia y el resto de tus amigas deberían de saberlo.- le intentó disuadir de tamaño disparate.<br />-No. Está decidido. Eso es lo que quiero.- Virginia negaba con la cabeza insistentemente.- Tómatelo como mi última voluntad, un testamento en vida, yo que sé. Debes respetarme.- hablando con Virginia se sentía con esperanzas, la adrenalina le recorría las venas y no pensaba con claridad, pero estaba segura de querer hacerlo.- No puedes negarme ese derecho, cómo morir. Tu madre seguro que hubiera querido morir de otra manera.- aquel fue un golpe bajo para Virginia. Suspiró hondo y accedió.<br />-Está bien, como tú quieras, no soy de las que disuade de ideas, y menos a ti. Si quieres hacerlo pues adelante.- le miró por largo rato. Sabía que Daniella estaba perdida en la confusión de semejante noticia, dolida por su realidad, aturdida por la sorpresa de su desgracia y enfermedad.- Cuenta conmigo.- dijo de pronto. Daniella le miró extrañada.- Cuenta conmigo. Veamos.- jugueteó un poco con su vaso de Coca-cola, aclarando las ideas, un nuevo pensamiento revoloteaba por su cabeza.- ¿Has visto esa película de Morgan Freeman y Jack Nicolson?- Daniella se encogió de hombros intentando adivinar a dónde quería llegar.- Sí, esa en la que son dos hombres que están en un hospital y realizan una maldita lista de todo lo que quieren hacer antes de morir, y lo hacen.- Daniella pensó un momento y asintió.- Vale, elabora una lista con seis cosas que te encantaría hacer, no tenemos mucho tiempo para cumplirlas.- se levantó de la silla y se puso la chaqueta roja encima, un escalofrío hizo temblar su cuerpo.<br />-No entiendo.- dijo Daniella, en sus labios se dibujó el amago de una sonrisa. Aquello parecía estúpido pero sonaba bien.- ¿Una lista de qué?<br />-Dani, en serio, parece mentira que seas la más inteligente de todas nosotras. Una lista, de tus deseos antes de morir. Por ejemplo.- le contestó mientras sacaba de su monedero un billete de diez euros.- Yo siempre quise enrollarme con el profe de lengua, el de 1º de la ESO. Si estuviéramos en 2º de la ESO un deseo sería liarme con él. Ahora no porque se ha quedado calvo, le ha salido barriga etc.…Pero hubiera sido un gran sueño que cumplir si hubiera sabido que iba a morirme.- Daniella enarcó una ceja.- Tu piensas seis deseos, yo otros seis y este verano los cumplimos.- dijo con sorprendente simplicidad- Aunque la gracia de esto es que las dos tendremos que cumplir los sueños de la otra.- rió traviesa.<br />- O sea que si tu desearas aun liarte con el profe de lengua ¿yo tendría que hacerlo también?- Virginia asintió, dando unas efusivas palmadas en el brazo de su amiga.<br />-Ya verás que divertido. Vamos a pasar el mejor verano de nuestras vidas.- se calló un momento y miró con seriedad a su amiga.- Porque aun quieres guardar silencio y todo eso que me has contado de tu enfermedad, ¿no, Dani?<br />-Sí, no quiero que nadie lo sepa, solo tú.- susurró con pesar.<br />-Pues entonces no podrá venir nadie, no sabes mentir, pero tampoco vas a privarte de no cumplir tus sueños, ni yo los míos, obvio.- aquel disparate parecía la mejor y más cuerda idea que jamás se le había ocurrido. Si Daniella había acudido a ella, no le decepcionaría.- Ten, paga cuando termines, tengo que marcharme. Tú piensa bien en los cinco deseos y me lo escribes en un mail, ya te mandaré los míos. No hay tiempo que perder.- y se colgó al hombro su mochila bandolera.<br />-Pero ¿no eran seis?- le preguntó extrañada.<br />-Mándame tu lista, cinco. Esta noche sin más faltar.- y se despidió.<br />Por la noche, Daniella apenas probó bocado de la cena, no tenía apetito. Se refugió en su habitación y estuvo hablando con sus amigas. De pronto, se acordó de la conversación con Virginia, parecía tan absurdo lo que le había pedido.<br />Una hora más tarde había elaborado una lista de sus cinco cosas para hacer antes de morir. Si lo hacía o no, importaba poco. Nada iba a salvarle de su inminente y desolador destino. Quizá mañana vería mejor las cosas, llamaría al Doctor y preguntaría por los tratamientos y se informaría mejor, y aquella ridícula lista quedaría en el olvido, pero necesitaba ocupar su mente en otra cosa que no fuera su dichosa enfermedad.<br />Todo había ocurrido tan rápido que apenas había podido pensar en ello con algo más de tranquilidad y frialdad. Sin embargo, ahí estaba, escribiéndole a Virginia un estúpido mail sobre sus sueños, sobre esperanzas, sobre vivir algo, cuando en realidad ella ya estaba muerta, estaba sentenciada, no podría ya vivir sabiendo que las agujas del reloj de su vida se habían detenido y ahora solo le esperaba una cuenta atrás.<br />Pinchó en la etiqueta “enviar” y tras releer su mensaje electrónico rió. Sola, a oscuras, en silencio, sentada frente al escritorio de su habitación, combatía sus lágrimas con aquella risa nerviosa y fantaseaba con la idea de cumplir esos sueños.<br />No sabía a dónde le deparaba aquella ilusión pero qué perdía. No perdía nada, ya no había nada que perder, lo más valioso que poseía, la vida, ya estaba acabada, era cuestión de meses.<br />Tardó en conciliar el sueño, pero el cansancio le venció y solo pudo soñar en su mundo onírico con una sola cosa: La lista.</div>La Listahttp://www.blogger.com/profile/08110107973696022966noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8742142410432440139.post-16846187754210063932010-01-11T15:26:00.000-08:002010-01-11T15:39:32.564-08:00De las autoras (II)<div align="justify">¿Cómo surgió este libro? </div><div align="justify"></div><div align="justify">Ni yo misma lo sé. Lo único que recuerdo, y de eso hace un mes, es estar caminando por las calles de la ciudad en la que vivo. Tenía clases en la uni, por la tarde, y estaba disfrutando de una hora libre, flexibilidad de horarios. Caminaba, digo, por la ciudad, hacía frio y me perdía entre la gente, conectada a la melodía que sonaba en la radio de mi móvil. La emisora estaba pinchando "Russian Roulette" de Rihanna. Pensé en el significado de la canción, en cómo alguien puede decidir sobre su vida y jugársela en cuestión de segundos, una sola bala, una sola posibilidad que puede matarte...</div><div align="justify"></div><div align="justify">Estaba reflexionando sobre ello, sobre la muerte, la vida, la estupidez humana, las razones por las que vivir y morir y, de repente, mi imaginación voló muy lejos.</div><div align="justify"></div><div align="justify">Lo siguiente que estaba haciendo era llamar a mi hermana, mi confesora, que siempre logra cumplir mis sueños, que siempre cree en mí. Le conté de mi reflexión, de una historia imaginada, de una muerte y una lista y, dos horas más tarde estabamos en nuestra habitación discutiendo sobre la trama de un nuevo libro.</div><div align="justify">Lo demás ya lo ha contado ella, Verónica, y estaría de más repetirme, así que solo me queda agradecer a mi hermana por ayudarme en mi "proyecto" y dar cuerpo a un sueño escurridizo que se me había ocurrido por prestar atención a la letra de una canción.</div><div align="justify"></div><div align="justify">El destino de este libro aun está por escribirse, no sé a dónde me llevará ello. Quizá ya es suficiente imaginar poder gustar a alguien con lo que escribamos, sea bueno o malo. Conseguir despertar alguna conclusión o reflexión en alguien, como la letra de Russian Roulette lo hizo en mí. Porque la vida te habla, solo hay que saber cómo y cuándo escucharla.</div><br />Vanessa.La Listahttp://www.blogger.com/profile/08110107973696022966noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8742142410432440139.post-75811859563821594292010-01-11T15:23:00.000-08:002010-03-28T11:52:25.416-07:00Portada<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMTa8wHxQ5S2HTbkP1Czw2H4oz9kLiaVXv9RXlXy_OWsreXuUuptwzIrX7RhytuczVO_qVsxPM5KDaoCPVO3To0S3C99RzJOysmZOykD6ofCWdL9fIZBUzcnSTO69ElNQ3T4tRuXyCwfA/s1600/listafoto2.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5453759492648953474" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 336px; CURSOR: hand; HEIGHT: 400px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMTa8wHxQ5S2HTbkP1Czw2H4oz9kLiaVXv9RXlXy_OWsreXuUuptwzIrX7RhytuczVO_qVsxPM5KDaoCPVO3To0S3C99RzJOysmZOykD6ofCWdL9fIZBUzcnSTO69ElNQ3T4tRuXyCwfA/s400/listafoto2.jpg" border="0" /></a><br /><div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRxctBbuc0O1GQwFrplVWTzZ65pWoHeiMV23R3vsOA-V3-nCh2f9JceMOGGFozkGj4XzZoXQWqJf7PKnWJsrdrIgAnmT4fiOXXxsKBtNhypxD-w8cUJG0-n_W3QCGh2th1SUMUJt8jpC4/s1600-h/1FgRp-DDvwYs3KhcFUVp.0.jpg"></a><br /><br /><div></div></div>La Listahttp://www.blogger.com/profile/08110107973696022966noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8742142410432440139.post-70808822822915245712010-01-11T13:10:00.000-08:002010-01-11T13:50:08.847-08:00Sinópsis.<div align="justify">Daniella es una joven de veintitrés años y está a punto de acabar la carrera de Arquitectura, a punto de alcanzar sus sueños, con las cinco mejores amigas que uno pudiera desear y una familia que le arropa y le quiere y siempre ha querido lo mejor para ella. </div><br /><div align="justify">Un día le dicen que tiene una enfermedad terminal. Todo se quiebra, se desmorona, sus sueños, su vida, todo.</div><br /><div align="justify">¿Cómo afrontará ahora lo poco que le queda de vida? </div><br /><div align="justify">Tras recibir tan duro golpe, Daniella no sabe a quién contárselo, ni qué hacer. Su enfermedad es incurable y un tratamiento para prolongar su existencia demasiado costoso. Tiene miedo a encarar la nueva situación que le toca vivir, a que con tan solo pronunciar “Me estoy muriendo” todo se acabe. Solo está segura de algo: le queda poco de vida.</div><br /><div align="justify">Daniella decide confesarse a la única persona que sabrá que no hará un drama de ello: su amiga Virginia. </div><br /><div align="justify">Virginia, de familia adinerada, está pasando por una crisis existencial, hace un año su madre adoptiva murió tras estar dos años en coma y, busca afanadamente sus origenes, busca encontrar su propio yo. Tras recibir la noticia de boca de su amiga decide actuar de la única manera que sabe: vivir cada segundo, sin pensar en el siguiente o en el anterior.</div><br /><div align="justify">De esa conversación sale una conclusión: Daniella no morirá en un hospital pues ella tiene derecho a decidir cómo morir. </div><br /><div align="justify">Es entonces cuando Virginia decide encararse a los duros golpes de la vida y desafiar el destino de ambas, propone elaborar una lista de las cosas que desearían cumplir antes de morir, cada una propondrá seis deseos que la otra deberá cumplir también, ambas están juntas en esto, esa es la esencia de la lista.</div><br /><div align="justify">Uno de los deseos es claro: Daniella morirá, pero como ella elija, quiere suiciarse.</div><br /><div align="justify">Conscientes de que el único desenlace para ambas es morir, deciden emprender esta gran aventura que aparentemente les acerca a la muerte, separándoles de la vida.</div><br /><div align="justify">¿Conseguirán llevar a cabo la lista, conseguirán cumplir cada punto prometido ?¿Lo harán?</div><br /><div align="justify"></div><br /><div align="justify"></div><br /><div align="justify">La lista (Más allá de la vida). Más allá de la amistad y de la muerte.</div>La Listahttp://www.blogger.com/profile/08110107973696022966noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8742142410432440139.post-38130621184008656412010-01-11T10:14:00.000-08:002010-01-11T13:09:26.473-08:00De las Autoras.<div align="justify">¿Cómo surge este libro?<br />¿Cómo nace esta novela?<br />Surge de la cabecita de mi hermana Vanessa. Esta es su idea original. Me llamó hace un mes por teléfono más o menos cuando yo estaba haciendo la compra en un supermercado y ella estaba en la universidad. Se iba acabando el día y me susurró: puedo hablarte tranquilamente? - Recuerdo haber dado unas diez vueltas por la sección de congelados. "Claro, dime" y me contó esta fantástica historia. Al principio no tenía nada: ni nombres, ni ideas, nada. Sólo dos cosas claras: Una de las protagonistas tenía una enfermedad mortal e incurable, que por supuesto no nos molestaremos en buscar y definir porque no somos médicos, somos aficionadas... y que tenían una Lista.<br />La historia simplemente me cautivó. Recuerdo vaciar el carro ante la desesperación de la cajera con una sola mano y hablarle fascinada con millones de preguntas: Virginia y Daniella ya tenían rostro en mi cabeza.<br />El siguiente mes lo hemos pasado intentando espantar esta idea de nuestra cabeza. Los exámenes llaman a nuestra puerta y no podemos dedicarnos a escribir algo que tan siquiera sabemos si gustará.<br />Pero ¿Por qué no? Así que ahí va, hoy hemos dado el primer paso para que La lista (Más allá de la vida) sea un hecho.<br />Hoy nos hemos sentado con un papel en blanco y hemos elaborado la lista, la supuesta lista que estas dos protagonistas vivirán en las próximas entregas.<br />Nos hemos dividido la novela de la siguiente manera: Tenemos claro que ella empezará, puesto que es su idea original en una primera parte que se llamará Prólogo. Lo demás nos lo hemos repartido según los puntos de la lista que a cada una nos gustaría desarrollar. Tras echar al aire una moneda antigua de 25 pesetas la tarea se ha asignado. La suerte ha decidido. La mitad exactamente. Unos doce puntos, doce capitulos en total que cada una escribirá libremente, marcadas, por supuesto, por el guión original ya pactado.<br />Es un experimento libre y divertido y queremos hacer de este libro algo más que una novela, algo que se acerque a la realidad y a la vida. A un cachito de lo que nosotras dos somos: Más amigas que hermanas. La muerte siempre nos mira. Lo que diferencia todo es lo que ve cuando mira.<br /></div><div align="justify">El epílogo me corresponderá a mí, Verónica. El final ya está decidido.<br /><br />Sólo esperamos que todos disfruten al máximo con este libro, La lista, pues esta no es una novela sobre la muerte, es una obra sobre la vida...<br /><br />Verónica.</div>La Listahttp://www.blogger.com/profile/08110107973696022966noreply@blogger.com0